Por Santiago Camarena



Recientemente leí un artículo de Freddy Ginebra llamado “Sobrevivientes”. En este, naturalmente escrito con la gracia que lo caracteriza, hace alusión a cómo a sus casi 80 años aún sigue con mucha energía, ideas y proyectos. 



También menciona que cuando él era más joven, las personas a los 80 ya no estaban “en el juego”, andarían con bastones y ni querían salir a la calle.



Lo interesante sobre las disrupciones es que a veces no nos damos cuenta de cómo cambian las cosas. 



Solo basta con considerar que para 1950 la población del planeta era de 2.9 billones de personas, y que para 2022, vamos camino a triplicarla con casi 8 billones. 



Además, cabe resaltar que la esperanza de vida promedio global escaló de 47 a 73 años en apenas siete décadas, una expansión de 26 años. 



Pero el dato que más llama la atención es el tiempo de vida sana y saludable, sin achaques. 



Los organismos internacionales han calculado los años estimados desde el nacimiento en 63.7 como promedio global y desde los 60 en 15.8; ambos números han mejorado en las últimas dos décadas, ya que se encontraban en 58.3 y 14.1 respectivamente, según datos de HALE (Healthy Life Expectancy).



Así que, como hemos visto, nuestras vidas se están haciendo más largas con más calidad. A pesar de muchas noticias que parecerían el final de todos los tiempos, realmente vamos muy bien. 



El dilema está en que seguimos viviendo como si fuera el siglo pasado, cuando ya nos estamos acercando a nuevos mapas de vida. 



Se estima que para el 2050, más de la mitad de los niños que hoy tienen 5 años llegarán a tener más de 100. Para el 2060, en Estados Unidos se estima que los adultos de más de 65 años se dupliquen, sobrepasando los niños por primera vez en la historia.



Ya se está hablando que los caminos de vida deben dejar atrás los esquemas tradicionales de educación, trabajo, retiro y muerte, por algo más flexible que nos permita entrar y salir de los trabajos, con intervalos que nos abran paso a estar aprendiendo cosas nuevas y hasta emprender negocios. Claramente se puede apreciar que vamos camino a una vida laboral de 60 años o más.



Varios escritos que profundizan sobre la edad de los fundadores de las empresas valoradas como Unicornios, es decir, sobre los mil millones de dólares, afirman que los emprendedores no son los chicos de 20 años, sino más bien la edad promedio anda por los 45 años. 



De hecho, el rango va desde los 20 hasta los 69. Ciertamente la experiencia no se improvisa; cerca de 70% ya había trabajado en empresas y habían emprendido otro negocio previo, que probablemente no fue exitoso, pero generó la sabiduría para lograrlo luego.



La realidad es que mientras avanzan los cambios de formas de trabajar, se extienden los años de calidad de vida, y se generan más necesidades para el consumo de las actividades y servicios para los seniors, también necesitamos más emprendedores que nos mejoren la vida.



Resulta que según el Global Entrepeneurship Monitor (GEM), República Dominicana tiene la tasa más alta de emprender en edad temprana, con un 42% de los adultos Vs. 4.2% de adultos con negocios establecidos. 



Esto quiere decir que tenemos 10 adultos emprendiendo por cada adulto llevando un negocio establecido. El informe correspondiente al 2021-2022 comenta los dos escenarios que esto plantea: hay un boom de emprendedores en República Dominicana impulsando proyectos y que aún no han tenido el tiempo para ser negocios establecidos, o que realmente no van a llegar muy lejos y nos quedaremos con poca innovación y negocios prexistentes. Obviamente, necesitamos que puedan prosperar.



Por tanto, tenemos una oportunidad que requiere de la sabiduría de los experimentados para asegurar la transformación de nuestra economía y un mejor bienestar, gracias a la generación de las canas. Existen varios esquemas de valorar estas oportunidades, ya sea vía red de mentores, inversionistas ángeles seniors, aceleradoras, entre otras, pero el objetivo debe ser motivar que ese talento se ponga a producir y crear.



Volviendo a nuestro querido Freddy, sobrevivir es más bien una decisión; llenarnos de energía y pasión para disfrutar cada día. Él comentó que lo encontrarán haciendo proyectos de corto y largo plazo, bailando y siendo romántico con la Luna, siendo agradecido.



Hace dos mil años, el filósofo Séneca escribió en sus cuadernos sobre la brevedad de la vida: “No tenemos poco tiempo, sino que perdemos mucho”. 



Por tanto, ya que tenemos la posibilidad de más tiempo, salud y conexión, además de que existe la necesidad, es casi un deber que invirtamos nuestro tiempo y esfuerzo en vivir; agreguemos bienestar personal, financiero y colectivo.



Seamos exploradores y curiosos para seguir agregando valor, colaboremos con gente diferente, con diferentes generaciones, todos somos eslabones de la mayor buena onda de SER HUMANO.







Santiago Camarena, especialista en mercado de valores, es Vicepresidente ejecutivo de Alpha Inversiones.



Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes República Dominicana.

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