Si República Dominicana quiere continuar consolidando su imagen de país moderno, sostenible y preparado para el futuro, deberá continuar fortaleciendo su infraestructura energética.

República Dominicana ha consolidado su liderazgo turístico en el Caribe, atrayendo a más de 11 millones de visitantes internacionales en 2024, de acuerdo con el Banco Central. Este crecimiento sostenido exige no solo infraestructura hotelera y aeroportuaria de calidad, sino también un sistema energético capaz de acompañar esta evolución de manera confiable, eficiente y sostenible.

Por Miguel Madrid

En los polos turísticos del país, donde la demanda energética tiende a ser intensiva, estacional y crítica para la calidad del servicio, la flexibilidad de la generación eléctrica se convierte en un factor estratégico. No basta con contar con energía suficiente: es necesario que esta pueda adaptarse de forma rápida a variaciones de carga, responder a eventos climáticos o garantizar continuidad ante interrupciones en la red.

La diversificación de la matriz energética nacional —que en 2024 alcanzó un 24 % de participación renovable, según el Ministerio de Energía y Minas— ha sido un paso positivo.

Sin embargo, la integración de fuentes variables como la solar o la eólica requiere tecnologías de respaldo que aporten estabilidad, arranque rápido y eficiencia operativa. Para zonas turísticas, donde los cortes o fluctuaciones de energía afectan directamente la experiencia del visitante, estas soluciones de respaldo se vuelven aún más relevantes.

Aquí puedes leer cómo la tecnología transforma al sector eléctrico.

En este contexto, los motores de combustión interna de nueva generación —capaces de arrancar en pocos minutos, modular su carga con precisión y operar con distintos combustibles, incluyendo aquellos no basados en carbono — ofrecen una respuesta concreta a las necesidades del sector.

Su escalabilidad, eficiencia térmica y capacidad de operar tanto de forma autónoma como en sistemas híbridos los posicionan como una herramienta ideal para entornos donde la demanda energética es dinámica y crítica, como lo es el turismo.

Más aún, la posibilidad de incorporar estas tecnologías en esquemas de microrredes o sistemas distribuidos fortalece la resiliencia energética de los destinos, reduce la dependencia de una red centralizada y permite gestionar mejor la energía en función de la demanda real. Esto se traduce en operaciones más eficientes, reducción de costos y, sobre todo, en una mayor confiabilidad para el visitante final.

Por supuesto, el camino hacia un turismo energéticamente sostenible y resiliente no está exento de desafíos. Las inversiones iniciales, los marcos regulatorios y la necesidad de planificación a largo plazo son factores para considerar.

Sin embargo, diversas experiencias en la región ya han demostrado que apostar por soluciones flexibles, adaptadas a contextos específicos, permite no solo proteger el entorno, sino también mejorar la competitividad del destino.

En definitiva, si República Dominicana quiere continuar consolidando su imagen de país moderno, sostenible y preparado para el futuro, deberá continuar fortaleciendo su infraestructura energética, con foco en tecnologías que no solo generen energía, sino que lo hagan con inteligencia, rapidez y adaptabilidad.

En el sector turístico, esa capacidad de respuesta puede marcar la diferencia entre ser un destino de clase mundial o quedarse atrás

Autor: Miguel Madrid es el senior manager (Sales) Lifecycle Services – Energy Business Central Region Americas

Las opiniones expresadas en este artículo son exclusiva responsabilidad de su autor y no tienen que ver con la posición de Forbes República Dominicana.