Hay dos formas de realizar una reforma tributaria. La primera es tratar de recaudar lo antes posible; sin considerar los efectos sobre las actividades económicas: ahorro, inversión, producción, empleo y consumo. La otra manera de hacerlo es ponderando los impactos de los tributos sobre la economía y, en consecuencia, teniendo en cuenta los efectos negativos […]
Hay dos formas de realizar una reforma tributaria. La primera es tratar de recaudar lo antes posible; sin considerar los efectos sobre las actividades económicas: ahorro, inversión, producción, empleo y consumo. La otra manera de hacerlo es ponderando los impactos de los tributos sobre la economía y, en consecuencia, teniendo en cuenta los efectos negativos sobre las actividades económicas.
Desde el año 2000 a la fecha, en República Dominicana ha predominado la primera manera de realizar modificaciones tributarias. El último ejemplo lo experimentamos hace apenas semanas.
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En el país ha imperado la filosofía de que con un sistema tributario más complejo en número de figuras tributarias, con tasas altas y muchos procedimientos, se recauda más; sin tener en consideración los efectos negativos sobre las empresas y los hogares.
Se puede emplear una analogía dos formas de cosechar. La forma de ver las recaudaciones por esa visión no considera que se sembrará un menor número de árboles en comparación con el que se sembraría con otro sistema tributario. Se piensa en el corto plazo, no que en el segundo año la administración tributaria perdería la oportunidad de recaudar más, en términos relativos. Y que, en poco tiempo, incluso antes de terminar el periodo de cuatro años de gobierno, la cosecha habría perdido el pontencial recaudatorio proyectado, por lo que los ingresos no serían suficientes para el plan de gasto diseñado.
Es entonces cuando se vuelve a la fase primera del círculo vicioso fiscal: introducir otra reforma. O lo que hemos denominado, tratar de reformar la reforma. Y de manera peremne continuamos en el círculo vicioso fiscal.
La objetividad, mirar las consecuencias sobre toda la economía de las medidas tributarias, es fundamental. Es lo que enseña la economía.
En palabras de Henry Hazlitt: “El arte de la Economía consiste en considerar los efectos más remotos de cualquier acto o política y no meramente sus consecuencias inmediatas; en calcular las repercusiones de tal política no sobre un grupo, sino sobre todos los sectores”.
La reforma tributaria no debería esperar mucho; debería hacerse para crear un mejor clima de negocios para aumentar la productividad en el país, reducir distorsiones y exenciones; y los incentivos a la informalidad, la evasión y la elusión. Esperar más signficaría perdernos de las oportunidades de tener un mejor clima de negocios y estabilidad fiscal.
Por Miguel Collado Di Franco, vicepresidente ejecutivo del Centro Regional de Estrategias Económicas Sostenibles (CREES).
Las opiniones expresadas en este artículo son responsabilidad de su autor y no tienen que ver con la opinión de Forbes República Dominicana.