En un siglo donde los titulares rebosan de palabras altisonantes como neuroprótesis, terapia génica, farmacogenómica y otras cuasimpronunciables, parece imposible que la salud psicofísica del ser humano siga descansando sobre los hombros de la prevención, los cambios habitológicos y retomar el sendero hacia una vida más consciente y más sencilla. La neurociencia ha llevado estos […]

En un siglo donde los titulares rebosan de palabras altisonantes como neuroprótesis, terapia génica, farmacogenómica y otras cuasimpronunciables, parece imposible que la salud psicofísica del ser humano siga descansando sobre los hombros de la prevención, los cambios habitológicos y retomar el sendero hacia una vida más consciente y más sencilla. La neurociencia ha llevado estos aspectos al plano científico, aplicable y demostrable, pero si somos honestos hay un guiño tímido hacia algunas doctrinas antiguas como el estoicismo o el epicurrenaismo en estas aseveraciones.

Para proteger nuestra salud cerebral ¿existe una fórmula con esta panacea? Hoy se habla de oxigenantes, antioxidantes, neurotropas micronutrientes y naturalmente todo podría tener indicaciones específicas, pero algo así como el buscado bálsamo de Fierrabras si existió no existe más… Abracemos lo sencillo. Aquí te comparto cinco pautas que, según la neurociencia, sirven  para cuidar tu cerebro.

1. Ríe. Cuando reímos, sea genuinamente o practicando el ejercicio de reír, se activan circuitos cerebrales y neurotranmisores relacionados con el bienestar y la sensación de sosiego. Estudios funcionales demuestran que al gesticular la risa se liberan serotonina y dopamina, bajan los niveles de cortisol, activándose más de 400 músculos. Uno no se ríe porque es feliz, uno es feliz porque se ríe.

2. Abúrrete. No leíste mal, la celeridad de la postmodernidad enarbola que si no estamos ocupados despilfarramos el tiempo y esto genera hiperactividad amigdalina (sistema que alerta frente al peligro). Los espacios de ocio, recreación y divagación desaceleran el estado adrenérgico y activan la red neuronal por defecto (necesaria para crear, generar nuevas ideas y el fenómeno Eureka). Date una escapada “il dolce far niente”, la dulzura de no hacer nada, solo vive y respira.

3. Mens sana in corpore sano. Una máxima de Juvenal validada por la neurociencia. El ejercicio regular libera factor de crecimiento neuronal estimulando la neuroplasticidad y los circuitos neuronales, liberando neuroquímicos que estabilizan nuestro ánimo y dinamizan nuestro día, además, evitan la cronodisrupción (anomalías del ritmo circadiano).

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4. Recuperando rituales. De las zonas azules (lugares habitados por centenarios sanos), Okinawa fue la primera estudiada bioepidemiológicamente. Dentro de las variables resaltaron la preservación de los rituales, claro también comían orgánicamente, practicaban el arte del ikigai, pero lo que repuntó por ser casi sagrado, fue la continuidad transgeneracional de los rituales. El área prefrontal gestiona la cohesión social, nuestro sentido de arraigo, pero también de trascendencia, sentirnos parte de algo ofrece seguridad activando el parasimpático y la oxitocina considerada el pegamento social y neurotransmisor de la empatía.

5. Baja el volumen. Ruidos altos prolongados afectan nuestra percepción auditiva y el entendimiento verbal alterando nuestras relaciones interpersonales. Países con sonotoxicidad tienen más hospitalizaciones, IAM (infarto agudo de miocardio), ansiedad y violencia vehicular debido al cortisol exagerado, por eso la isla Cerdeña (Italia) y Loma Linda (Estados Unidos) son otras zonas azules con sus supercentenarios y su supercerebros.

La cultura líquida promueve la inmediatez y la prontofilia. Aquí gana terreno la práctica farmacocentrista; en vez de una salud cimentada en prevenir y promover salud preferimos medicalizar la existencia humana. Arthur Conan Doyle, creador de Sherlock Holmes, quien fue médico, aunque no practicó, dijo: «Considero que el cerebro de un hombre originalmente es como un pequeño ático vacío, y tienes que abastecerlo con los muebles que elijas”. Selecciona tus muebles, pero también límpialos y cuídalos.

Por Marcia Castillo, doctora en Neurología, catedrática e investigadora en el área de neurociencias.

Las opiniones expresadas en este artículo son responsabilidad de su autora y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes Dominicana.

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