El uso y aceptación de criptoactivos es cada vez mayor, viéndose también impactados por factores socio-económicos globales.

Por Jamez Hernández

El hecho de que pocas personas ganaran mucho dinero al comprar un Bitcoin (BTC) en US$6.000, y luego este se cotizara en más de US$60.000 despertó el interés colectivo por este tipo de criptoactivos. Y es que ¿a quién no le gustaría ganar bastante dinero de forma legal y en un corto plazo?

Esto trajo como consecuencia la aparición de muchas plataformas que ofrecían sus servicios para la compra y venta de criptomonedas, pero también hubo quienes aprovechando la situación generaron sistemas de estafa, como el caso de Quadriga en Canadá. Esto significó la pérdida de más de US$180 millones por parte de los inversores y personas comunes que vieron en ella una oportunidad altamente rentable a corto plazo y fueron estafados.

Asimismo, los gobiernos alrededor del mundo se abocaron a estudiar las criptos ante la posibilidad de que fueran utilizadas para el lavado de dinero y financiamiento del terrorismo. Algunos procedieron a prohibirlas, otros a regularlas y algunos a ser neutros, por lo que al no estar expresamente prohibidas por Ley eran permitidas.

Al día de hoy existen 20.088 diferentes tipos de criptomonedas que representan más de US$866 mil millones, de las cuales el BTC es no solo el más conocido, sino que es el que más cuota de mercado tiene con el 42,3%, seguido de Ethereum (ETH) con el 14,7%. El largo camino que se ha recorrido en este tiempo, con subidas y bajadas abruptas en las cotizaciones, ha hecho que más de 400 veces se haya “pronosticado” la muerte del BTC a lo largo de 12 años.

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Como todo activo de alto riesgo, las cotizaciones de las criptomonedas obedecen a temas sensibles del mercado como conflictos bélicos, incertidumbres económicas, especulaciones de mercados, etc. Por lo general, cuando esto sucede, los inversionistas prefieren vender activos riesgosos y resguardarse en activos más estables como los commodities, bonos de estados, letras del tesoro y otros; lo que entre otras razones puede justificar la situación actual de los precios.

Es por ello que plataformas como Celsius y BlockFi, quienes generaron un negocio tipo banco (reciben las criptos a plazo, las prestan a terceros, invierten y pagan intereses a los colocadores), no han podido soportar las “corridas” que le han hecho clientes retirando fondos y entrando en riesgo de insolvencia.

Ante todo, este mundo que se ha generado alrededor de las criptomonedas, cada vez son más los estados y organismos internacionales que las han adoptado y se refieren a ellas, especialmente al BTC, como algo que llegó para quedarse, tomando incluso la iniciativa de crear sus propias criptodivisas. Se habla del Dólar Digital, del Euro Digital, ya China creó su Yuan Digital, que fue lanzado en los recientes Juegos Olímpicos, entre los más resaltantes.

Recientemente la Directora del Fondo Monetario Internacional dijo que “las criptomonedas nos ofrecen a todos un servicio más rápido, a un coste mucho más bajo y mayor inclusión”, al momento que afirmaba que es fundamental “separar las manzanas de las naranjas y los plátanos”, refiriéndose a la caída de la cripto Terra.

Lo que sí es cierto, es que las criptomonedas representan la evolución de los medios de pago, de ahorro e inclusive de inversión (dependiendo del apetito de riesgo de cada quien). Según cifras de MasterCard, el 51% de los consumidores en América Latina han hecho transacciones en criptomonedas, por lo que más que negarnos a su existencia o pronosticar su extinción, debemos estudiarlas para hacer un uso razonable y eficiente de las mismas y no caer en estafas por desconocimiento.

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*El autor es presidente y cofundador de Trust Corporate.

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