En los próximos dos años su creador busca consolidar sus operaciones en República Dominicana y convertir ese país “en una mina de oro de cripto”.
Cuando Juan Diego Oliva Heinsen compró sus primeras criptomonedas era apenas un adolescente. Fascinado por todo lo que estaba aprendiendo del blockchain, recuerda que reservaba su mesada semanal era para invertirla en la adquisición de esa novedosa moneda.
Llegado el momento de su educación superior, Juan Diego fijó residencia en México para matricularse en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (Tec de Monterrey), para estudiar Desarrollo Sustentable. Aunque terminó la carrera, no podía olvidar que su verdadera pasión era el mundo de las criptos, por lo cual pensó en un proyecto que le permitiera combinar ambas facetas.
Es así como en junio de 2022 concentra sus esfuerzos en crear una billetera digital, que llamó Alcancía, donde las personas pueden comprar, gastar y usar dólares digitales conocidos como USDC para remesas, ahorro y retornos de un alrededor del 5% anual a través de bonos a corto plazo del gobierno de Estados Unidos.
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El USDC es un tipo de criptomoneda que se conoce como una stablecoin respaldada por activos de reserva en el sistema financiero tradicional, como efectivo, equivalentes a este o valores. Está diseñado para estar vinculado al dólar estadounidense y ser canjeable por este 1:1.
“Mucha gente me pregunta ¿qué hace un ingeniero ambiental metido en Cripto? pero realmente hay muchas conexiones, como el tema de erradicación de la pobreza, acceso financiamiento; el blockchain te resuelve muchas cosas que es el acceso a liquidez instantánea o que perdure con el tiempo, si existe una forma de tu brindar algún impacto tanto social como económico con esto, pues hay que formar parte de eso”, opina el emprendedor de 25 años.
Ese proyecto que Juan Diego empezó a desarrollar en República Dominicana, hoy es una fintech que pasó a denominarse Capa, enfocada a un público de de 18-34 años que ahorran en dólares con trabas en balances mínimos, costos escondidos y acceso limitado al mercado dolarizado.
En su primer año, bajo el nombre Alcancía, reunieron unos 1,500 usuarios, de los que el 30% hacia depósitos recurrentes mes a mes. En la actualidad, con Capa el volumen de movimiento ronda los cuatro millones de dólares. Además, han levantado dos rondas de inversión, una de esas con inversionistas ángeles de aproximadamente 250,000 dólares y en la segunda, liderada recientemente por inversionistas de Silicon Valley, levantaron unos 1.5 millones de dólares.
Ese dinero les permitirá un agotar un presupuesto para en los próximos dos años consolidar sus operaciones en República Dominicana y convertir ese país “en una mina de oro de cripto”, asegura Juan Diego.
Su segundo mercado es México, donde los distinguen que son de las pocas empresas que tienen acceso a banca institucional, teniendo como aliado al banco BBVA.
“La gente tiene una cartera, pero no tiene un portal directo, ni en la República Dominicana ni en México y posiblemente ni en Latinoamérica , en el que tu compra se acerque a los precios locales. El costo puede cobrarte entre un 6 y un 10% de margen y con nosotros es un 1.5 a un 2% como máximo”, explica Juan Diego.
Para convertir dinero en cripto a través de Capa hay que acceder a su web Capa.fi y depositar el monto que se desea cambiar. En el momento en que ese capital entra a la cuenta bancaria de Capa, ese equipo verifica la transacción y luego envían la cripto solicitada a la cartera que indique el usuario. El dinero depositado tarda entre 30 y 40 minutos para convertirse en Cripto, explica el emprendedor.
“Nuestro objetivo es amplificar la forma y brindar una mayor accesibilidad para que la gente se monte en cripto”, concluye Juan Diego.