Marcos Anziani atraviesa uno de sus mejores momentos como artista emergente en Estados Unidos. Su sueño más grande es inspirar a nuevos talentos en su natal dominicana.

Con sus trazos, Marcos Anziani crea composiciones visuales enérgicas que “bailan sobre el lienzo”.

La música corre por sus venas; es el legado de su abuelo, el gusto que lo impulsó a tocar la trompeta y, con el paso de años, a tener su propio estudio de grabación.

El sentido del ritmo priva sobre el aparente caos en sus obras con reflejos de su historia y su visión sobre la vida.

Conoce aquí la lista de "Los dominicanos más creativos en 2022″, en la que Forbes incluye a Marcos Anziani.

A la edad de cuatro años, Anziani dejó Santo Domingo para reencontrarse con su madre en Nueva York. Para él crecer en el Bronx fue palpitante porque el riesgo estaba a la orden el día y los escenarios diarios eran contrastantes.

“Eso influyó mucho en mi arte. Al principio mis obras eran un tanto obscuras, como las calles sucias por las que solía pasar y los recuerdos de las experiencias malas que tuve.

Pero también están los buenos tiempos de inocencia en la escuela, los días al lado de mis abuelos; el ir y venir entre ciudades”, expone el artista que hace escasos meses firmó con la innovadora Avant Gallery.

El buque insignia de Avant se localiza en el nuevo barrio neoyorkino Hudson Yards. También opera espacios en el corazón de Miami en Brickell City Centre, el ala de lujo de Aventura Mall, West Palm Beach en The Square y en el Four Seasons Resort de Dubái.

Que dicha galería lo represente significa mucho para Anziani. “He recibido un gran apoyo de su parte”, dice con la misma gratitud que recuerda el instante en el cual descubrió en la pintura un medio para traducir sus emociones y pensamientos; para salir de la depresión en la que se encontraba.

Esto sucedió hace poco más de una década cuando, trabajando en un hotel de Miami, un evento de arte lo acercó a diferentes obras y, en particular, a una de gran formato que lo maravilló.

A partir de ese momento comenzó a documentarse sobre los artistas plásticos que llamaron su atención, a visitar con frecuencia museos y galerías; y lo más importante: a experimentar.

“Lo que quería era poner pintura en el canvas. Probé diferentes colores, una y otra vez tratando de encontrar mi propia voz artística. Hubo un tiempo que no pinté. Después que nació mi hijo, me di cuenta de que me hacía falta pintar y volví a la búsqueda de un lenguaje propio con nueva inspiración”.

Un paso a la vez

Anziani avanza con motivos visuales que evocan el arte callejero y naif mientras trabaja en continuidad con la tradición del expresionismo abstracto.

Utilizando trazos audaces y seguros, pretende crear una historia sin imponerla, permitiendo al espectador navegar por sus pinturas con libertad. Sus obras han tenido presencia en múltiples exposiciones individuales y colectivas en todo el mundo, y hoy se encuentran valuadas en miles de dólares.

“La primera vez que vendí una pieza me alegré mucho. Me la compraron por dos mil dólares, pero luego pasé dos años sin vender nada. Incluso salí a la calle con mi obra, dispuesto a regalarla.

Quería que la gente viera mi trabajo. Pasé hambre, pero ahora estoy muy agradecido que tengo la posibilidad de seguir pintando”, acentúa el artista luego de relevar que su más grande anhelo es convertirse en maestro de su obra y regresar a República Dominicana para impulsar a nuevos talentos. “Esto será paso a paso”.

Mientras tanto Anziani continúa trabajando. Cuando pinta, se imagina a sí mismo dentro de la pintura y se concentra en una imagen o idea en particular; construye la composición desde dentro, entregándose por completo a ella, y eso produce auténticos retratos de sus sentimientos.

“Siempre he pensado que lo mejor es ser honesto contigo mismo”, concluye.