El 30% de la superficie agrícola del mundo se dedica a la producción de alimentos que se pierden o se desperdician.
La seguridad alimentaria fue uno de los temas centrales de la recién finalizada XXVIII Cumbre Iberoamericana de jefes y jefas de Estado y de Gobierno celebrada del 22 al 25 de marzo en Santo Domingo, República Dominicana.
En esta reunión se aprobó una hoja de Ruta Crítica de Seguridad Alimentaria. Incluyente y Sostenible en Iberoamérica, donde se plantean “acciones urgentes” para (fundamentalmente) poner fin al hambre y promover la producción sostenible en la región.
Previo a la aprobación de este documento fue presentado el III Informe del Observatorio La Rábida de Desarrollo Sostenible y Cambio Climático para Iberoamérica, en el que se presentan algunas alternativas.
De acuerdo al informe, existen cuatro ejes, sustentados por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, siglas en inglés) y Coalición para la Alimentación y Uso del Suelo (FOLU), para transformar los sistemas alimentarios iberoamericanos que son:
Nutrición y alimentación saludable: consiste en fomentar que las personas tomen decisiones de consumo más informadas y saludables para la población y el planeta.
Mejor medio ambiente y soluciones basadas en la naturaleza: se trata de promover la implementación de técnicas de agricultura regenerativa e implementar nuevos enfoques para proteger los bosques y gestionar la pesca y los océanos.
Producción y abastecimiento sostenibles: consiste en fomentar la producción local para acortar las cadenas de comercialización y ventas e incentivar la agricultura familiar y de proximidad. Estos mecanismos contribuirían a reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos y mejorarían los medios de vida de poblaciones locales.
Inclusión social, equidad de género y transformación rural: se basa en fortalecer los medios de vida rurales, apoyar la innovación digital en el sector alimentario y en incorporar a las mujeres, a las comunidades locales, los pueblos indígenas y originarios, así como a organizaciones agricultoras en la toma de decisiones relativas a los sistemas alimentarios.
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Emisiones y desperdicios del sector alimentario
El informe se centra en este tema porque, según señala, la producción de alimentos es responsable del 45 % de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) en Iberoamérica, pero a la vez el sector es altamente vulnerable a los efectos del cambio climático.
“Una de las consecuencias más preocupantes del cambio climático para los sistemas alimentarios iberoamericanos son las constantes sequías que están incrementando su frecuencia, intensidad y duración”, indica el documento.
En la década del 2008 y el 2018 la sequía dejó pérdidas estimadas 13,000 millones de dólares (mdd) solo en Latinoamérica y las tormentas ocasionaron daños valorados de más de 6,000 mdd, reseña el informe.
También pone el foco en el desperdicio porque se estima que en Iberoamérica al menos un tercio de los alimentos se pierden o desperdician, mientras un alto número de personas pasa hambre.
En América Latina y el Caribe las mayores pérdidas se producen en las etapas de cosecha, transporte y almacenamiento y en los países de la península ibérica el mayor desperdicio se produce en los procesos venta y consumo final.

“Para frenar el cambio climático y garantizar el bienestar de la población iberoamericana, es fundamental una transición hacia nuevos sistemas alimentarios. Se necesita impulsar cadenas más cortas de producción y consumo, así como dietas más sostenibles, diversas y saludables”, destaca informe.
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