La chef dominicana ha gestado una trayectoria internacional que se forjó a la luz de muchas noches sin dormir y renuncias familiares que todavía le duelen.

“He vuelto”. Más que el nombre de un menú es una proclama con la cual María Marte reclama el lugar que le pertenece: los fogones, como a ella le gusta llamarlos. Ahí, en donde la reconocida chef dominicana ha gestado una trayectoria internacional que se forjó a la luz de muchas noches sin dormir y renuncias familiares que todavía le duelen.

Sin embargo, ella está convencida de que su camino en la gastronomía merece contarse no solo por haber revalidado dos estrellas Michelin en El Club Allard, de España -única mujer latinoamericana en lograrlo-, sino porque: “Esta es una historia de superación. Una historia que le pasó a una mujer, quien de fregar pisos y limpiar el suelo, alcanzó las estrellas”.

Confiesa con la inquebrantable entereza que le da saber que esos regresos a casa de madrugada, en un país extraño, rindieron frutos y la pusieron en una posición desde la cual puede ayudar a otras mujeres dominicanas para allanarles el camino.

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Por ello, aun cuando el resto de la gente no terminaba de entenderlo, decidió abandonar Europa, en la cumbre de su carrera gastronómica, para regresar a República Dominicana. Aunque para ella el atreverse a tomar riesgos y seguir sus instintos han sido una constante en su vida.

“Los cambios sigo pensado que son para los valientes”, afirma.

Así que, tras ganar el Premio Internacional Eckart Witzigmann (ECKART) a la innovación en 2017 y obtener por ello un premio de 50,000 euros, María Marte no lo pensó dos veces: era el momento de volver al hogar y reencontrarse con su familia; que dejó cuando en el año 2000 decidió partir a España en busca de una vida mejor.

Ese dinero –recuerda una mañana cualquiera cuando nos encontramos para entrevistarla– fue el motor de arranque para emprender un proyecto que le hacía mucha ilusión: ayudar a mujeres de bajos recursos para que pudieran estudiar gastronomía en el viejo continente, obtuvieran un título, y no tuvieran que atravesar todas las dificultades que ella vivió.

“En Europa se habla de igualdad. Pero, hoy en día, sigo pensando que allá y aquí en República Dominicana hay un largo camino por recorrer para poder alcanzar esa igualdad a la que tanto se hace referencia”, opina.

Por ello, desde la fundación que lleva su nombre, María Marte busca seguir apoyando con sus conocimientos y esfuerzo al país que la vio nacer.

“La fundación viene con mucha fuerza y queremos continuar ayudando y si es a través de conocimiento, mucho mejor, porque cuando compartimos lo que sabemos dejamos una herencia y eso es muy bonito”, dice la chef.

Para María, una ‘Mujer Poderosa’ “es aquella capaz de crear, de emprender, de creer en ella misma, en que todo lo que se proponga lo puede lograr”.

Al calor del hogar

Si María Marte fuera un condimento, dice ella que sería el orégano: “Es un ingrediente muy de mi infancia, es un ingrediente de felicidad, mi cocina nunca deja de oler a orégano”.

Ella no puede evitar que se le ilumine el rostro cuando llega el momento de retomar el tema de su regreso a los fogones, de un sueño que se materializó hace unos meses cuando la chef recibió la propuesta de encargarse de la cocina del restaurante Sky Europa Rooftop, ubicado en la zona colonial de Santo Domingo. Ahí los comensales son deleitados con “He vuelto”, un menú de tapas de autor y otros platos.

La propuesta se basa en la cocina de República Dominicana con una fusión mediterránea, que aprendió a preparar durante su estancia en España.

“Estoy realmente contenta, estamos trabajando muy bien. Hemos conseguido gente muy buena en la cocina y creo que es importante seguir compartiendo conocimiento con estos muchachos que quieren crecer en esta industria, son 100% dominicanos y les encanta la alta cocina”, comenta la cocinera oriunda del pueblo Jarabacoa.

Al haber sido nombrada Embajadora Iberoamericana de la Cultura, a finales de 2021, la chef busca ser congruente con lo que implica este reconocimiento –el cual la convierte en la portavoz de la gastronomía sostenible de 29 países de la región–.

Por ello, en el restaurante se preocupa por utilizar una buena cantidad de materias primas locales; práctica conocida como kilómetro cero. Marte es consciente que para hablar de sostenibilidad el camino aún es largo y sinuoso, pues miles de toneladas de comida van a para en la basura todos los días. Por eso reitera la importancia de enseñar a más personas a aprovechar lo que tienen a su alcance.

“Si todos pudiéramos crear consciencia de lo que es sostenibilidad, ayudaríamos más al planeta y en casa comeríamos más sano”, comenta con total convicción.

Poco antes de concluir la conversación, María se acomoda en el sofá donde ha estado sentada, casi sin moverse, para dejar los recuerdos del pasado y fijar la mirada hacia el futuro.

“Hoy en día me considero una ciudadana del mundo, disfruto de mi casa, de mi tierra, de mi gente, y sigo trabajando, soñando con este proyecto [su fundación] que cada día está más cerca de seguir haciéndose realidad”, concluye.