En ciudades como Santo Domingo, Panamá o San José, donde las alarmas de los vehículos suenan de manera continua, las personas dejan de prestarles atención. Al principio, cada sonido genera alerta, pero con el tiempo, se convierte en parte del ruido diario del paisaje. El día que una alarma realmente indique peligro, es posible que […]
En ciudades como Santo Domingo, Panamá o San José, donde las alarmas de los vehículos suenan de manera continua, las personas dejan de prestarles atención.
Al principio, cada sonido genera alerta, pero con el tiempo, se convierte en parte del ruido diario del paisaje.
El día que una alarma realmente indique peligro, es posible que nadie reaccione a tiempo. Esto es exactamente lo que sucede en el mundo de la ciberseguridad: cuando las alertas son constantes y muchas de ellas irrelevantes, las amenazas reales pueden pasar desapercibidas.
Por Daniela Álvarez de Lugo
El mundo empresarial se ha acostumbrado a vivir en un constante bombardeo de información. Correos, mensajes y notificaciones inundan el día a día, hasta el punto en que distinguir lo que es realmente importante se vuelve una tarea difícil. Este exceso de señales también afecta a los equipos de seguridad digital, que reciben tantas alertas que terminan perdiendo efectividad. Cuando todo parece urgente, nada lo es realmente.
En el sector industrial, donde los sistemas digitales están cada vez más conectados a la producción, el desafío es aún mayor. Las soluciones avanzadas de detección y respuesta han sido diseñadas para identificar y frenar amenazas. Sin embargo, si generan demasiadas advertencias sin una correcta gestión, pueden saturar a los equipos de seguridad en lugar de ayudarlos.
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El problema no es solo la cantidad de alertas, sino el impacto que tiene en la capacidad de respuesta. Un estudio de Kaspersky reveló que el 70% de las organizaciones tiene dificultades para manejar la cantidad de alertas que recibe a diario. Además, el 34% de las empresas reporta que sus equipos están sobrecargados con la cantidad de incidentes a atender.
Esto no solo aumenta el riesgo de que se pase por alto una amenaza real, sino que también genera estrés y desgaste en los especialistas en seguridad. Con el tiempo, esta fatiga operativa puede llevar a errores costosos y a la pérdida de talento clave en el sector.
La seguridad digital en la industria no es solo cuestión de programas o firewalls. Un ataque puede interrumpir operaciones, comprometer información y causar pérdidas millonarias. En algunos casos, la afectación no se limita a lo digital; también puede poner en riesgo la seguridad física de los trabajadores y la continuidad de la producción. Por eso, la clave no es simplemente usar más tecnología, sino contar con un enfoque estratégico que permita aprovecharla de manera eficiente.
Para evitar que la ciberseguridad se convierta en un problema en lugar de una solución, es necesario priorizar las amenazas de forma inteligente, reduciendo la cantidad de falsas alarmas y enfocándose en las alertas que realmente importan.
La automatización también juega un papel clave, permitiendo que los sistemas respondan de manera más rápida y precisa sin depender completamente del monitoreo humano. Las soluciones basadas en Inteligencia Artificial y Machine Learning pueden filtrar y jerarquizar amenazas en función de su nivel de riesgo real, reduciendo la carga operativa de los equipos de seguridad.
Sin embargo, la tecnología por sí sola no es suficiente. Una buena estrategia de ciberseguridad debe centrarse en las personas. Capacitar a los empleados para identificar amenazas y tomar medidas preventivas puede marcar una gran diferencia.
Simulaciones de ataques, entrenamientos regulares y concienciación sobre riesgos digitales ayudan a minimizar errores humanos, que siguen siendo una de las principales puertas de entrada para los ciberdelincuentes.
Además, contar con especialistas preparados y, en algunos casos, apoyarse en expertos externos, puede ayudar a fortalecer la seguridad sin saturar a los equipos internos.
Muchas empresas han encontrado valor en trabajar con consultorías especializadas que ayudan a evaluar los riesgos reales, diseñar estrategias más efectivas y garantizar que las herramientas tecnológicas se utilicen de la manera más eficiente posible.
Las empresas deben decidir si seguirán permitiendo que la ciberseguridad se convierta en una tormenta de alertas incontrolables o si evolucionarán hacia un modelo donde cada advertencia tenga un propósito claro. La tecnología está lista para ayudar, pero lo que realmente marcará la diferencia es cómo se use. No se trata de recibir más notificaciones, sino de responder a las que realmente importan.
Este artículo es de la autoría de Daniela Álvarez de Lugo, quien es gerente general para la región norte de América Latina en Kaspersky.
Las opiniones expresadas en este artículo son única responsabilidad de su autora y nada tiene que ver con la posición de Forbes República Dominicana.