El horizonte sobre las economías latinoamericanas, se ha vuelto incierto debido a los aranceles del país norteamericano, sin embargo, se pueden buscar soluciones que beneficien a estas economías.
Ha surgido una ola de incertidumbre en los mercados a partir del anuncio de la imposición de aranceles del 25% sobre el acero y el aluminio por parte de Estados Unidos, el lunes pasado. Aunque se tiene previsto que la medida entre en vigor a partir de la nueva fecha dada a conocer recientemente, 4 de marzo, ya existe bastante especulación al respecto de las posibles consecuencias que esta acción podrá tener sobre las economías de México y Latinoamérica.
Y es que no es cosa menor, pues son dos países latinoamericanos los que encabezan el comercio de estos materiales con el socio del norte, únicamente después de Canadá. Me refiero a Brasil y a México, que ocupan, respectivamente, la segunda y tercera posición entre los mayores exportadores de acero y aluminio a la unión americana.
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¿Pero cómo es que afectará esta situación a nuestros mercados y, particularmente, al mercado inmobiliario? La respuesta aún es incierta, aunque sin duda podemos prever el aumento de costes en industrias como la electrónica, la constructiva y la automotriz, así como desbalances y ajustes en las cadenas de suministro y distribución tanto a un lado como al otro de la frontera. Debido, precisamente, a la alza en el campo de la construcción, es que veremos, seguramente, un aumento en los costos de las viviendas y la infraestructura. Además, el hecho de que empresas siderúrgicas puedan disminuir su
producción buscando evitar las mayores pérdidas posibles podría llegar a crear un escenario de inflación.
Sin embargo, no es un peso que los países exportadores tengamos que cargar solos, pues también se prevé que la imposición de estos aranceles terminará por afectar al consumidor final, es decir, al ciudadano norteamericano. Y, aunque se están llevando a cabo negociaciones desde muchos frentes para apaciguar estas medidas en contra del acero y el aluminio de mala calidad, en su mayoría proveniente de China y revendido a través de las líneas de distribución de los países ya mencionados, ya también las naciones comienzan a buscar una forma de contrapesar dichos aranceles. Una de ellas, que ya se abre camino en regiones como Centroamérica, es el fomento a la producción y el consumo local de los materiales. Como ejemplo, la cantidad de acero que exporta México a Estados Unidos es
menor a la que importa. Por ello, la utilización y consumo de acero local podría resultar como una buena medida de contrapeso para las acciones tomadas por Washington.
Aunque ahora se cierne un horizonte incierto sobre las economías latinoamericanas, debido a las amenazas y medidas impuestas por Estados Unidos, el consejo es permanecer en calma. De este modo, podremos buscar soluciones inteligentes que no sólo beneficien a la economía de nuestras naciones, sino a nuestros pueblos.
Por: Miguel Álvarez del Castillo*
*El autor es director general de Cimac, Cartera Inmobiliaria.
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