La polarización creciente en América dificulta consensos; el diálogo y el rol del empresariado es clave para la estabilidad. Por Anyarlene Bergés. Hace unos meses, conversaba con un antiguo colega del PNUD. En nuestra conversación resaltamos que a pesar del tiempo nuestra región seguía presentando los mismos desafíos que hace años discutíamos, pero ahora con […]
La polarización creciente en América dificulta consensos; el diálogo y el rol del empresariado es clave para la estabilidad.
Hace unos meses, conversaba con un antiguo colega del PNUD. En nuestra conversación resaltamos que a pesar del tiempo nuestra región seguía presentando los mismos desafíos que hace años discutíamos, pero ahora con un agravante: la poca tolerancia y capacidad de construir un diálogo.
Sin un ánimo pesimista, pues nuestra conversación se centraba más en ver soluciones, tratábamos de entender esta polarización acelerada que estamos viviendo.
Vimos que la polarización creciente en América se ha transformado en un obstáculo significativo para la construcción de consensos en temas cruciales para el desarrollo de los países.
Este fenómeno, que se ha intensificado desde las elecciones de 2016 en los Estados Unidos, ha afectado no solo el ámbito político, sino también el social y económico, dividiendo a las sociedades en bloques de pensamiento radicalmente opuestos. Ante este panorama, surge una pregunta central: ¿Por qué esta polarización acelerada, y la dificultad de generar espacios de diálogo y entendimiento?
La realidad
América ha experimentado el mayor aumento en los niveles de polarización en los últimos 20 años (Varieties of Democracy (V-Dem) Project); se estima que, en una reunión ocho de cada diez personas desconfían entre ellas (Latinobarómetro 2023).
En un contexto donde las personas se agrupan en islas de opiniones extremas, se vuelve cada vez más complejo alcanzar consensos en distintas esferas, que van desde lo político e ideológico, hasta los temas más cotidianos.
Uno de los motores responsables del crecimiento de la polarización es la llamada posverdad, donde la manipulación intencional y estratégica de la información crece.
Nos exponemos constantemente a los synthetic content, donde se manipula o genera información falsa utilizando en algunos casos inteligencia artificial en forma de videos deepfake, imágenes o audios, que difícilmente pueden ser identificados como falsos.
Hablamos de millones de datos falsos, que poseen más del 70% de probabilidades de llegar a más personas en menor cantidad de tiempo que los reales (MIT Science Magazine), que producen choques o conflictos de pensamiento en la sociedad, y que se agrava con las ya estudiadas burbujas ideológicas de las redes sociales.
Las personas están expuestas mayormente a datos imprecisos y a contenidos alineados a sus creencias o preferencias, anulando por completo una visión más ampliada y clara de los temas, lo que dificulta su apertura al debate o al cambio de opinión.
En este contexto complejo, de puntos divergentes y de creciente convulsión, encontrar espacios de diálogo y actores “neutrales y activos” a la vez, se ha vuelto cada vez más difícil en la Región, sobre todo en momentos cruciales cuando se necesitan consensuar temas vitales para el desarrollo en el largo plazo de nuestros países, sin que esto produzca un choque de las relaciones y con ello un debilitamiento mayor de la democracia.
Rol del empresariado
La situación actual requiere que nos hagamos otra pregunta, ¿Qué debemos hacer para generar estos espacios de consenso y diálogo? Y ¿Debe el empresariado ser un observador pasivo o un activista corporativo? O ¿Debe fungir como un neutralizador activo de esta polarización?
Lo cierto es que, la polarización, si no se aborda de manera efectiva, puede socavar la estabilidad social y política de nuestros países. La responsabilidad de estos espacios de consenso y diálogo no recae exclusivamente en un solo actor, sino en un esfuerzo conjunto. Gobiernos, empresas, organizaciones civiles y ciudadanos debemos colaborar para crear plataformas que faciliten la comunicación y el entendimiento mutuo.
En lo que respecta al empresariado, consciente de la nueva configuración social que se genera en un entorno altamente polarizado y por su naturaleza única, juega un rol único en la conformación de un diálogo neutral.
Por un lado, las empresas poseen un interés colectivo pues dependen de la estabilidad social y económica para operar, lo cual es un incentivo claro para promover la cohesión social y reducir la polarización; por otro lado, goza de una neutralidad relativa por ser un actor menos ideológico que otros, lo que amplía su capacidad de mediar diversos intereses políticos, sociales y económicos; está llamado a tener una visión a largo plazo, pues no cuenta con calendarios políticos y finalmente, posee la influencia para instaurar la creación y sostenibilidad en el tiempo de espacios de consenso.
Es necesario promover espacios donde prevalezca la escucha activa, la disposición al diálogo poniendo a un lado informaciones imprecisas que distraen el objetivo, y espacios que persigan la búsqueda de soluciones comunes basadas en datos.
Como empresariado, nuestro rol desde los distintos espacios que ocupamos, debe enfocarse en la construcción de estos nexos, que nos permitan avanzar juntos hacia una agenda común en el largo plazo.
Sobre la autora
Anyarlene Bergés es vicepresidenta de Relaciones Institucionales y Comunicaciones de la firma INICIA; además, forma parte de diversas juntas directivas de gremios empresariales, entre ellos AIRD, BRITCHAM, Cámara de Comercio y Producción de Santo Domingo, FINJUS, entre otros. Fungió cómo jefa de la Unidad de Gobernabilidad Democrática del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.
Las opiniones expresas en este artículo son única responsabilidad de su autora y no tienen que ver con la posición de Forbes República Dominicana.