En el cambiante y desafiante entorno corporativo de América Latina, el rol de la mujer en el liderazgo se ha vuelto un tema de profunda reflexión y acción. Los logros alcanzados en la región en las últimas décadas destacan una visión de equidad cada vez más relevante, pero aún persisten obstáculos importantes. Por Helena Dionisio […]

En el cambiante y desafiante entorno corporativo de América Latina, el rol de la mujer en el liderazgo se ha vuelto un tema de profunda reflexión y acción. Los logros alcanzados en la región en las últimas décadas destacan una visión de equidad cada vez más relevante, pero aún persisten obstáculos importantes.

Por Helena Dionisio

En un mundo donde la velocidad de los cambios es implacable, el liderazgo femenino emerge como una fuente de transformación y resiliencia, capaz de dar una perspectiva diversa y humana en la toma de decisiones, contribuyendo a que las organizaciones tengan una relación más empática y conectada con sus comunidades.

En los últimos años, la inclusión de la mujer en posiciones de liderazgo dentro de empresas multinacionales ha avanzado significativamente. Grandes corporaciones, conscientes de los beneficios de la diversidad de pensamiento, han comenzado a valorar activamente el papel de las mujeres en sus equipos ejecutivos.

En muchas organizaciones, ya no somos solo “targets” o colaboradores, sino actores empoderados en un sistema más horizontal y colaborativo que promueve una auténtica conexión entre sus integrantes y la sociedad.

Cada vez vemos como más mujeres se destacan en industrias y oficios que tradicionalmente han sido liderada por hombres, lo cual es una clara evidencia de avance como sociedad.

La búsqueda de igualdad

A pesar de los avances, los desafíos son tangibles y complejos. Las mujeres siguen enfrentando limitaciones estructurales, sesgos inconscientes y una falta de acceso igualitario a oportunidades de desarrollo y liderazgo.

En América Latina, la igualdad salarial sigue siendo un objetivo aún lejano en muchas industrias, y las políticas de balance entre la vida laboral y personal no siempre consideran las realidades de muchas mujeres en posiciones de liderazgo.

La clave, entonces, está en cómo las organizaciones integran estas metas de igualdad en su cultura y procesos, más allá de las declaraciones corporativas y las campañas de marketing.

Es esencial que las empresas se esfuercen en eliminar estas barreras al proporcionar acceso igualitario a recursos de capacitación, redes de mentoría, y programas de liderazgo que empoderen a las mujeres para que ocupen roles de toma de decisiones.

Hacia un futuro de innovación y compromiso

El liderazgo femenino trae consigo una perspectiva que se alinea con los valores del nuevo mercado: transparencia, colaboración y conciencia social.

La empatía, una cualidad que históricamente se asocia a las mujeres, no es solo una virtud sino una habilidad estratégica que puede guiar a las organizaciones a crear conexiones más profundas y humanas con sus consumidores y colaboradores.

Además, esta perspectiva empática y colaborativa fomenta la creación de entornos de trabajo inclusivos donde todos los actores se sienten escuchados y valorados.

El camino hacia la equidad en el liderazgo femenino en América Latina requiere de una mirada disruptiva y abierta hacia el cambio cultural.

Las empresas que aspiren a mantenerse relevantes en un mundo tan interconectado deben comprometerse con el propósito compartido de promover la diversidad y equidad en sus equipos de liderazgo. Este compromiso no solo les permite ser más competitivas, sino que también fortalece su reputación y conexión en el ámbito global.

El liderazgo femenino, por lo tanto, no es solo una cuestión de equidad, sino un motor para la innovación y el desarrollo sostenibles en la región.

Para avanzar en este camino, es fundamental que tanto hombres como mujeres trabajen juntos en la creación de una cultura corporativa que valore el talento y la capacidad, independientemente del género, con un firme compromiso hacia un liderazgo inclusivo y resiliente.

Helena Dionísio es Country Manager de Pernod Ricard Dominicana.

Las opiniones expresadas en este artículo son exclusiva responsabilidad de su autora y no tienen que ver con la posición de Forbes República Dominicana.