La mujer enfrenta retos únicos a la hora de comunicarse y liderar en un mundo corporativo todavía muy masculinizado.

Por Reynaldo Infante

Para nadie es un secreto que estamos ante un espacio en el que predomina el liderazgo de figuras masculinas, que de una forma u otra marcan el ritmo y el tono de la comunicación corporativa en sus diferentes niveles y capas. Aunque el acceso a puestos directivos importantes ha mejorado en los últimos años, la necesidad de la mujer para encontrar su lugar en un ambiente ejecutivo diseñado por hombres, la ha llevado a asumir ciertos códigos, actitudes y un tono percibido como más “masculino” para ser tomadas en serio y formar parte de los escenarios de toma de decisiones.

Esto ha hecho, en muchos casos, que se alejen de su voz autentica y única, que cuando se trabaja y desarrolla de forma estratégica, se convierte en una herramienta poderosa y distintiva de su estilo de mando.

Te invitamos a descargar aquí nuestra edición de Mujeres Poderosas 2024

En su libro Talking from 9 to 5: Women and Ten at Work (1994), la profesora de lingüística Deborah Tannen, aborda el tema de la comunicación en el entorno laboral y su dominación por una cultura masculina. Las mujeres, conscientes o no de esta dinámica, adaptan su estilo e imitan características autoritarias o más agresiva en su comunicación profesional.  Este fenómeno fue descrito como “masculinización del lenguaje”.

Aunque puede mostrar algún tipo de resultado en el corto plazo, también es cierto que puede tener un costo significativo en la mujer ejecutiva; pues, se va alejando de su auténtico ser, perdiendo una parte esencial del poder natural que tiene: su voz.

La mujer, con su capacidad de comunicar desde la empatía y la colaboración, no necesita adoptar ninguna de las características del liderazgo masculino, es ahí donde radica su fortaleza, su rasgo distintivo.

La idea generalizada, y errónea, de que para liderar hay que hablar a un volumen alto o con cierto nivel de agresividad para “demostrar poder” se convierte en uno de los grandes desafíos para la mujer ejecutiva que se ve perdida en una trampa que la va alejando de otra de las fortalezas de la comunicación femenina: la intuición.

Una investigación realizada por la doctora Carol Gilligan en In a different voice (1982) revela que las mujeres tienden a comunicarse de forma más inclusiva, colaborativa y empática, cualidades esenciales en el liderazgo de este tiempo que busca la conexión humana y valora la inteligencia emocional en los negocios.

Identificar su voz, es la primera tarea de la mujer ejecutiva.  Y no me refiero solo a encontrar el tono, el timbre, la velocidad o el volumen (cualidades de la voz) sino a cómo comunican sus ideas y sus emociones de forma persuasiva y efectiva.  Es la autenticidad lo que genera credibilidad, la asertividad muestra claridad de pensamiento y acción y por lo tanto, es desde ese lugar, que su liderazgo puede ser percibido como confiable y seguro.

Dominar las técnicas que le permitan mantener un tono firme sin que sea agresivo y proyectar autoridad, sin poner en riesgo la cercanía y la empatía, son algunas de las oportunidades que tiene la mujer ejecutiva de hoy. Sobre este tema, la experta en comunicación y antropóloga organizacional Judith Glaser en su libro Conversacional intelligence (2013) dice lo siguiente: “El poder de una líder está en su habilidad de conectar con los demás, no en la imposición de sus ideas”.

Reivindicar la voz propia, es el camino hacia un liderazgo femenino auténtico en el mundo de los negocios. Reconocer esa capacidad de comunicar con claridad, firmeza y empatía es una de las herramientas más poderosas que tiene a su disposición. Si con la voz construimos mundo ¿cómo estás construyendo el tuyo?

Reynaldo Infante es socio fundador de World Voices, consultor ejecutivo de comunicación, coach de voz y ontológico organizacional y Practitioner de PNL.

Las opiniones expresadas en este artículo son responsabilidad única de su autor y son independientes a la posición editorial de Forbes República Dominicana.