La tecnología y la vertiginosa velocidad de las exigencias cotidianas de la vida empresarial, presiona con fuerza la capacidad de nuestras organizaciones por sistematizar procesos y tareas; si bien esto brinda innumerables beneficios en términos de eficiencia y productividad, también eleva consigo un riesgo clave e inherente a la excesiva mecanización del trabajo. Y no, […]
La tecnología y la vertiginosa velocidad de las exigencias cotidianas de la vida empresarial, presiona con fuerza la capacidad de nuestras organizaciones por sistematizar procesos y tareas; si bien esto brinda innumerables beneficios en términos de eficiencia y productividad, también eleva consigo un riesgo clave e inherente a la excesiva mecanización del trabajo. Y no, no me refiero a aquella que es posible solo a través de la automatización de procesos (ahora potenciada por la IA), sino más peligrosa aún, a aquella que lleva a la “mecanización” del pensamiento, esa que nos sumerge en la pérdida de la perspectiva crítica, y la capacidad de mejora continua e innovación.
La “mecanización” del pensamiento conlleva el riesgo de crear ciclos repetitivos de enfoques y soluciones estandarizadas que, si no se abordan con precaución, puede hacernos caer en la trampa de aplicar soluciones predefinidas a problemas complejos sin tener en cuenta el contexto único de cada circunstancia, disminuyendo así, el valor de los esfuerzos y reduciéndonos a resultados subóptimos.
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Cada empresa y situación empresarial es única, por lo tanto, la mecanización excesiva tiende a simplificar la realidad empresarial, obviando matices y detalles que pueden resultar cruciales. Un enfoque genérico puede ser inadecuado para abordar desafíos específicos, y allí, los gerentes deben recordar que el contexto empresarial, la cultura organizacional y los desafíos específicos que dictan las circunstancias, son elementos esenciales que no pueden pasarse por alto, de allí que resulte de vital importancia evitar la repetición de experiencias sin tomar en cuenta los contextos y la necesidad de aplicar pensamiento crítico, estratégico y creativo, por solo nombrar 3 de los múltiples tipos en cuanto a procesos cognitivos se refiere.
La aplicación de pensamiento crítico en nuestra cotidianidad es una habilidad fundamental para la gerencia, pues nos permite cuestionar suposiciones, desafiar el estatus quo y considerar múltiples perspectivas simultáneamente. La mecanización excesiva del pensamiento puede sofocar esta habilidad, ya que las soluciones provenientes, tienden a carecer de la flexibilidad y creatividad necesarias para abordar problemas complejos.
En el mundo gerencial, el pensamiento estratégico y creativo desempeñan un papel crucial en la resolución de problemas y la toma de decisiones, estas habilidades son fundamentales para abordar desafíos empresariales complejos y, lamentablemente, pueden quedar en un segundo plano cuando se abusa de la mecanización del pensamiento, y, por tanto, del trabajo.
Pensar estratégicamente implica la capacidad de ver el panorama general y diseñar soluciones a la medida que se adapten a las necesidades específicas, y en el mundo empresarial, es importante considerar que las soluciones que funcionaron en el pasado pueden caer en obsolescencia con rapidez y no ser aplicables hacia el futuro.
Por su parte, fomentar la creatividad, fuerza impulsora detrás de la innovación, permite idear enfoques novedosos para abordar nuevos desafíos, sin embargo, la mecanización del trabajo sin el toque humano de un pensamiento creativo puede limitar la capacidad de una empresa para encontrar soluciones verdaderamente innovadoras, imposibilitando con ello llevarnos a mejoras significativas en términos de eficiencia, rentabilidad y crecimiento empresarial.
Pero, tal vez, el mayor riesgo de la mecanización excesiva del pensamiento, y por ende de nuestro trabajo cotidiano, sea llevarnos a contraer una mentalidad fundamentada en el corto plazo, impidiendo el desarrollo de una visión estratégica que, aunada a un sano equilibrio entre la mecanización eficiente y la permanente aplicación de un pensamiento crítico, estratégico y creativo, se concentre en objetivos de largo alcance para ayudarnos a guiar a la empresa hacia el éxito sostenible, en medio de un entorno empresarial en constante ebullición.
Por Thony Da Silva Romero, socio director de PIZZOLANTE
Las opiniones expresadas en este artículo son únicamente responsabilidad de su autor y no tienen que ver con la opinión de Forbes República Dominicana.
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