El metaverso es un entorno virtual que permite potenciar las relaciones sociales y comerciales.
Por Keila González Báez
Desde que Mark Zuckerberg anunció que Facebook pasaría a llamarse Meta y cuáles eran las razones para este cambio, comenzamos a escuchar el término “metaverso” con mayor frecuencia. Muchos lo consideraron novedoso, e incluso, algunos pensaron que fue inventado por el mismo creador de la red social.
Sin embargo, el concepto “metaverso” no es exclusivo de ninguna empresa, y lleva años entre nosotros. De hecho, fue el escritor de ciencia ficción Neal Stephenson quien hizo referencia a este término por primera vez en su libro titulado Snow Crash (1992).
Esta novela, que debe su nombre a un error informático presentado por los computadores Apple de la época, llama metaverso a lo que el autor considera “el internet del futuro”.
Quizá de ahí nace la intención de Zuckerberg de apostar por esta idea, a tal punto que mientras otros magnates empresariales como Jeff Bezos o Elon Musk buscan conquistar el espacio, él invierte dinero y tiempo en crear un gran metaverso.
¿Qué es el Metaverso?
Si tomamos en cuenta la etimología del prefijo “meta”, de origen griego, significa “después o más allá”; “verso”, proveniente del latín versus, puede traducirse como “girado o convertido”. También hace alusión a la palabra universo. De esto inferimos que el metaverso es un universo más allá de lo conocido.
En términos prácticos, podemos decir que un metaverso es un entorno potencial que combina múltiples espacios virtuales, y reúne las condiciones para que quienes lo usan puedan interactuar como lo harían en su vida real.
Este ecosistema interconectado contiene elementos que permiten al usuario realizar actividades cotidianas, como trabajar, estudiar, comprar, jugar o socializar de otras maneras.
La gran diferencia entre este espacio virtual y los que conocemos hasta ahora (como Zoom, Instagram u otros), es que el metaverso está diseñado tridimensionalmente (3D) e interactuamos dentro de él —no a través de él—, lo cual permite que sea una experiencia inmersiva-social; y lo mejor de todo: descentralizada.
Es como si fuéramos protagonistas en un videojuego y, a través de un avatar (que puede resultar sorprendentemente parecido a nosotros), seamos capaces de hablar, leer, tocar y hacer un sinfín de tareas como si estuviéramos en nuestra casa u oficina, una librería o una tienda por departamentos.
UN MUNDO DE POSIBILIDADES
Aunque es una tecnología en evolución, contar con metaversos optimizados y descentralizados será una gran ventaja, tanto para empresas como para consumidores.
Imagina poder ir a la tienda, probarte ropa y medirte zapatos o accesorios sin tener que desplazarte o sufrir la impaciencia de que el tráfico no avanza, todo en el receso entre una reunión y otra, mientras estás en tu oficina.
También podrías visitar varias propiedades, ubicadas en diferentes países y luego sentarte con tu asesor inmobiliario a decidir la mejor inversión para ti… tan solo en una tarde y sin salir de tu hogar.
Asistir a la Feria del Libro de Frankfurt o al Museo del Louvre desde tu casa de playa también podrían ser opciones a través de metaversos. O tener esa reunión con tu socio de Inglaterra y compartir un café sentados en la misma mesa, aun estando a miles de kilómetros de distancia.
Las oportunidades que abren los metaversos son casi infinitas. Queda en nosotros, los seres humanos, hacer uso de estas tecnologías con sentido crítico y de manera consciente, para lograr que estos recursos potencien nuestras vidas y negocios en vez de ser perjudiciales para nuestra existencia.
Keila González Báez es escritora best seller, empresaria del sector editorial y creadora de la primera feria del libro del Caribe en un metaverso.
Las opiniones presentadas en este artículo son solo responsabilidad de su autor y en nada tiene que ver con la posición editorial de Forbes República Dominicana.