Las ciudades inteligentes interpretan el día a día de las personas cuando promueven el uso de tecnologías como los pagos abiertos que mejoran su calidad de vida.

Por: Santiago Egas

El transporte público encarna el corazón de la actividad económica y social de las ciudades; cada día las personas se movilizan de un lugar a otro para cumplir con sus actividades. Si su funcionamiento privilegia la practicidad, el movimiento continuo y la seguridad de quienes lo usan, la operatividad del sistema se hace más productiva.

Una ciudad inteligente es la que permite a los ciudadanos moverse y vivir libremente con sólo oprimir un botón para atender sus necesidades de pagos, sin la necesidad de usar el dinero en efectivo. La tecnología debe enfocarse en facilitar los procesos y en ese sentido, el transporte público es un aspecto esencial para ser atendido.

Producto de la digitalización se modificaron los hábitos de consumo, y hoy resulta lento y muy costoso, tanto para cualquier tipo de modelo de transporte como para los usuarios, hacerles realizar largas filas para comprar un tiquete y pagar en efectivo, además de lo que implica para los operadores la contratación de personal y el uso de equipos para realizar esta tarea.

Existe otro camino, se llaman pagos abiertos y son la oportunidad para modernizar los servicios transaccionales de las personas de manera segura, rápida y fácil de usar. Códigos QR, tarjetas sin fricción o el reconocimiento facial hacen parte de las soluciones que lideran una transformación sin precedentes en la forma como las ciudades pueden interactuar con sus habitantes.

Ciudades inteligentes hiperconectadas

La combinación de tecnologías ‘contactless’, ‘open-loop’ y sistemas basados en cuentas ABT, permiten realizar pagos sin contacto en los sistemas de transporte público y privado, en estaciones de gasolina, supermercados y comercios; también promueven la integración con los servicios de la banca, desde una sola aplicación, y bajo dispositivos móviles como smartphones, relojes inteligentes o una tarjeta sin fricción, eliminando la dependencia del uso del dinero efectivo.

En la región, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe[1] (Cepal), un 80% de la población vive en zonas urbanas, dos tercios vive en ciudades de más de 20.000 habitantes y una de cada tres personas habita localidades con más de un millón de habitantes.

Específicamente en República Dominicana, según el informe Data Reportal 2022[2], la isla cuenta con una población cercana a los 11 millones de habitantes, de los cuales el 83,7% vive en zonas urbanas y hay más de 9.9 millones de teléfonos inteligentes activos. Los usuarios de internet superan los 8,78 millones, lo que equivale al 79,8% de su población.

El país está hiperconectado, lo que ofrece un panorama alentador para la creación de soluciones basadas en la tecnología, donde mediante los pagos abiertos y la habilitación de los servicios financieros, se atiendan las necesidades de las personas en los principales centros urbanos.

La transformación tecnológica sólo se podrá dar si los productos y servicios que más demandan las personas se apropian de las transacciones sin contacto. La banca, los pagos abiertos y las necesidades de movilidad hacen parte de un robusto ecosistema en las ciudades inteligentes que sirve como puente para integrar soluciones digitales con las necesidades reales de sus habitantes.

*El autor es vicepresidente ejecutivo de BPC.

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes República Dominicana.


[1] https://www.cepal.org/notas/73/Titulares2

[2] https://datareportal.com/reports/digital-2022-dominican-republic