Conocer nuestras capacidades hacia adelante nos puede servir de inspiración para transformarlas en mayor bienestar para las personas y el hermoso planeta que tenemos.
Por Santiago Camarena
Hace apenas unos años que dejamos de tener nuestras fotos reveladas de un rollo, esperando que nuestro pulso y la luz permitiera lograr una “buena” foto impresa.
Debíamos pensar a qué y cómo le invertiríamos el esfuerzo de una de las 36 oportunidades que los rollos abundantes nos permitían.
Lo que seguía era incorporarlos en álbumes para compartir las fotos con otras personas. En 15 años, acumulé varios álbumes y cajas con las fotos impresas (tal vez varios centenares) sin orden específico; así eran las cosas, realmente demandaban nuestro esfuerzo.
Sin embargo, cuando nació mi primer hijo, coincidió con mi primera compra de una cámara digital profesional. Tan solo en ese primer año, acumulé cerca de 2,000 fotos, donde la mayoría eran buenas en foco, luz y balance.
Hoy veo mi celular con más de 40,000 fotos, sin incluir las “redes” y varias apps que utilizo, que me van recordando ver algunas de las fotos en el tiempo.
Esto es un ejemplo de cómo el mundo digital nos llevó de algo muy limitado a exageradamente abundante.
De igual forma, en la década de los ’70 se percibía que la humanidad pronto llegaría a una hambruna, debido a la limitante de comida y el ritmo al que venía creciendo la población global.
No obstante, mediante la innovación, se logró rediseñar el grano de arroz para que sea mucho más efectivo en cantidad, nutrición y recursos utilizados. Ahora, resulta que tenemos más personas que mueren por obesidad que por hambre.
También lo podemos percibir en el sector energético. Producir energía con paneles fotovoltaicos cuesta centavos, y de hecho, es más barata que utilizar combustibles fósiles; las baterías multiplicaron su rendimiento en varios X, y al mismo tiempo, su costo disminuyó 90% en la última década.
Estos casos son apenas unos ejemplos de abundancia que somos capaces de crear y luego debemos adaptarnos, cambiar hábitos para incorporarlos en nuestros estilos de vida.
Recientemente Ray Dalio, cofundador de uno de los Fondos Mutuos más grandes y exitosos del mundo, publicó un libro sobre “Principios para enfrentarse al Nuevo Orden Mundial”.
A pesar de ser una buena lectura, también brinda la oportunidad de ver los cambios que como humanidad constantemente estamos sujetos, tales como: cambios sociales, ideológicos, religiosos, culturales, pero sobre todo los tecnológicos.
Es impresionante cómo la imprenta de Gutenberg, el teléfono, el automóvil, el internet, entre otros avances, han impulsado un desarrollo cada vez más exponencial.
Si vemos la ley de Moore donde se identificó cómo los transistores de los microprocesadores se duplicaban cada dos años, es decir, el poder de computación se incrementaba de manera exponencial, pero también se identificó cómo el precio se reducía de manera exponencial.
Solo considerar que nuestros teléfonos inteligentes tienen mucho más poder computacional que las computadoras que lanzaron cohetes al espacio, valoradas en cientos de millones de dólares, versus varios cientos de dólares y tenerlos en los bolsillos, nuestro mundo volvió a cambiar hace 15 años con el iPhone.
Ahora bien, a pesar de que se estima que nuestro planeta tiene 4.5 billones de años, y con ello, especies con millones de años evolucionando, aún no hemos visto ninguna otra especie andando en automóviles ni comunicándose con teléfonos inteligentes.
La inspiración que podemos sentir por personas que ni siquiera conocemos, sus aportes escritos o en videos por Youtube nos permiten seguir innovando para proveer a la humanidad soluciones a los problemas que hoy vivimos.
Somos extraordinarios, nuestras capacidades son sin precedentes, pero se multiplican cuando logramos abrirnos y colaborar con otros puntos de vista.
El internet ha hecho obsoleto decir: “no sé de …”; podemos comunicarnos sin tener que salir de nuestra comunidad, por más remota que sea; los emprendimientos y Startups están accediendo capitales captados en crowdfunding vía el internet de cualquier latitud.
Pero el tema es cómo vemos las cosas, con qué mentalidad. De ahí viene la conversación del Growth Mindset o Mentalidad de Crecimiento, es entender que tenemos la capacidad para cambiar, aprender y desarrollarnos, justamente imprescindible en estos momentos de incertidumbre geopolítica, financiera, pandemias, cambio climático y disrupciones tecnológicas.
Conocer nuestras capacidades hacia adelante nos puede servir de inspiración para transformarlas en mayor bienestar para las personas y el hermoso planeta que tenemos. Además, se sabe que los problemas de hoy son las mejores oportunidades de negocios hacia adelante.
Santiago Camarena, especialista en mercado de valores, es Vicepresidente ejecutivo de Alpha Inversiones.
Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes República Dominicana.