El panorama actual indica que tendremos petróleo a precios altos por un tiempo, y que los mismos costos de la energía estimularán la actual inflación.

Por Miguel Collado Di Franco

A raíz de la contracción de la actividad económica durante 2020, los productores de petróleo  se vieron forzados a reducir la producción mundial. Actualmente se está verificando un aumento del precio del petróleo que tiene como origen, por una parte, esa reducción en la producción y, por otro lado, el incremento en la demanda del crudo como consecuencia de la reactivación de la economía mundial y de los estímulos fiscales y monetarios, pero con consecuencias en la inflación.

Según el conteo que realiza Baker Hughes, al inicio de marzo de 2020 existían 793 pozos en Estados Unidos, país que se había convertido en el mayor productor de crudo antes de la pandemia. A inicios de octubre de 2021, el número era de sólo 533 pozos. La producción de petróleo bajó, en consecuencia, de 12.8 millones de barriles diarios a poco más de 11 millones actuales.

En 2022 debe continuar el ritmo de recuperación de la producción de petróleo a niveles previos a la pandemia, pero no está claro cuánto más pueda crecer la oferta a partir de ese punto.

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Los precios actuales del petróleo hacen atractiva la extracción de crudo. Pero el panorama de mediano plazo no está alentando la inversión en nuevas exploraciones. Las regulaciones globales dirigidas a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero representan incertidumbre para las nuevas inversiones. 

Mientras se pone un freno a la energía convencional, existen limitaciones respecto a las fuentes renovables. En el mundo no existen baterías con la capacidad para almacenar la energía renovable por largo tiempo. Esa realidad ha estimulado la demanda de gas natural, también escaso, y evidencia que la transición energética tiene efectos no previstos por los hacedores de políticas mundiales. 

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Por el lado de la demanda, la recuperación económica, los estímulos fiscales financiados con inflación monetaria, el incremento en los viajes aéreos y el aumento del uso de automóviles privados, elevan el uso del crudo Junto al invierno de bajas temperaturas que se avecina, los factores anteriores seguirán incidiendo en el precio del petróleo en el corto plazo.

Es posible que el panorama del futuro energético mundial empiece a aclararse entre 2022 y 2023. Reducciones en las emisiones de dinero de los bancos centrales del mundo y niveles de producción de petróleo similares al inicio de 2020, son fenómenos que podrían consolidarse en alrededor de 12 y 24 meses. Sin embargo, la demanda de crudo seguirá creciendo hasta que no existan fuentes alternas que permitan sustituir de forma confiable y económica el uso de petróleo. El panorama actual indica que tendremos petróleo a precios altos por un tiempo, y que los mismos costos de la energía estimularán la actual inflación de precios. 

Twitter: @miguelcdf

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