La complejidad de un sistema tributario desincentiva a los ciudadanos a tributar, y hace más difícil a la autoridad tributaria realizar su trabajo.
Por Miguel Collado Di Franco *
Con frecuencia es posible leer o escuchar que la evasión tributaria es un ‘deporte nacional’ en países de Latinoamérica. Economistas, funcionarios y comunicadores, suelen expresar esa idea. Aunque pareciera que ellos tienen razón, no presentan evidencia de haber analizado el trasfondo del comportamiento.
Quienes pagan impuestos son personas que reaccionan a las políticas públicas. Son seres vivos que se comportan de una forma determinada ante cambios en las políticas tributarias. Las autoridades pueden modificar las tasas de impuestos, pero no pueden controlar cómo se comportan los ciudadanos.
En cambio, quienes analizan el comportamiento de las personas sí pueden tratar de entender los fundamentos que subyacen en la sociedad ante la evasión tributaria, antes de emitir juicios de valor. Siendo más estrictos y parafraseando el título de un ensayo de Max Weber de 1917, no se debe realizar juicios de valor en la sociología y en la economía.
Los economistas suelen pensar que la cultura subyace a los problemas y que no cambia. Se asume que la evasión tributaria es algo natural, y entonces poco se habla de la relación inversa entre tasas impositivas y recaudaciones fiscales. Es decir, que con tasas bajas se puede recaudar más o que con tasas altas pueden disminuir los ingresos.
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Sistemas fiscales complejos propician evasión tributaria
Tampoco se discute cómo la complejidad de un sistema tributario desincentiva a los ciudadanos a tributar, a la vez que hace mucho más difícil a la autoridad realizar su trabajo de recaudación.
Sin embargo, los comportamientos que se creen estáticos pueden ser modificados, tal como ocurrió en República Dominicana en 1992, cuando fue reformado el sistema tributario. Ese año, la tasa máxima del impuesto sobre la renta (ISR) para empresas era de 46%. Con la aprobación del Código Tributario, la tasa bajó a 30%. Al tercer año era de 25%.
La tasa máxima de impuestos para las personas físicas era de 70%, y experimentó la misma reducción que la corporativa. ¿Bajaron las recaudaciones con la reforma? No. Aumentaron. Los contribuyentes evadieron menos. En 1993, las recaudaciones de ISR se incrementaron 20.7% con relación a 1991.
Los mismos dominicanos, que antes eran ‘ordinarios evasores’, empezaron a pagar más impuestos. Las autoridades de ese momento, ayudadas por analistas que sí entendían los fundamentos, se atrevieron a reducir las tasas impositivas contra todos los pronósticos de menores recaudaciones.
En la actualidad necesitamos más de esa clase de individuos que comprendan a las sociedades y diseñen políticas cónsonas con nuestra realidad.
- Vicepresidente ejecutivo del Centro Regional de Estrategias Económicas Sostenibles (CREES)
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