La mayor empresa dominicana de seguridad privada se prepara para exportar sus servicios al Caribe y fortalecer su propuesta en los sectores financiero, turismo, manufactura y minería.

Por Felivia Mejía

Después de diversificar la empresa familiar de seguridad privada tradicional con líneas de negocios relacionadas a nuevas tecnologías, ahora Lucile Houellemont Jimenes está enfocada en la expansión de los servicios que ofrece Dominican Watchman National (DWN) y Alarma 24 (A24) tanto a nivel nacional como hacia la región del Caribe. 

Para lograr ese propósito, pretende afianzar su propuesta en los sectores financiero, turismo, manufactura y minería, principalmente. Pero crecer a nivel local lo tendrá complicado, porque deberá enfrentarse a un mercado en el que son más las empresas informales, lo cual favorece la competencia desigual. Sumado a eso está la compleja situación de que el gobierno no permite desde hace 16 años a ese tipo de compañías importar nuevos armamentos, los cuales representan una indispensable herramienta de trabajo de los vigilantes.

Lucile, como presidenta de la Asociación Dominicana de Empresas de Seguridad (Adesinc), ha sido la voz más alta que ha expresado una revisión de la Ley de Armas 631-16, la cual aún no cuenta con los reglamentos necesarios para que realmente el sector disponga de un marco jurídico funcional.

A su favor, Lucile tiene la trayectoria de 45 años de DWN, que la convierte en una de las empresas con mayor experiencia en el mercado, y que reúne al equipo más amplio de todos, que ronda las 3,000 personas, para ofrecer sus servicios en cada rincón del territorio nacional.

Adesinc reúne alrededor de 60 empresas que generan unos 24,000 empleos formales, y pagan más de 50 millones de dólares en nómina mensual, pero esa cantidad, apenas representa la tercera parte de todos los jugadores.

“El acceso a las armas podría ser un factor que impulse a las empresas a formalizarse”, opina Lucile.

La ilegalidad en la que opera la mayoría de los prestantes de seguridad privada trae como consecuencia que los precios sean susceptibles en el sector formal, que a diferencia del sector informal paga impuestos y cumple requisitos rigurosos, por lo que sus costos operacionales se reflejan en lo que debe pagar el cliente. 

“Lo único que las empresas de seguridad privada tenemos es escopetas y nadie las quiere hoy día, la gente prefiere un arma corta, discreta, posiblemente un arma no letal, pero si no nos permiten importarlas, ¿cómo lo podemos hacer?”, cuestiona la ejecutiva.

La situación de operación ilegal es un mal no solo propio de República Dominicana, sino que lo padece toda la región de América Latina, según un estudio de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito.

En su “Manual introductorio sobre la regulación por el Estado de los servicios de seguridad privada civil” ese organismo señala que en Latinoamérica existen alrededor de 1.6 millones de guardias de seguridad y vigilantes privados registrados formalmente y otros dos millones que trabajan sin licencia.

Se calcula que el valor del mercado de seguridad privada en el mundo ronda los 244,000 millones de dólares, con un crecimiento anual de un 7%, principalmente en los países desarrollados, contiene el informe de esa oficina de las Naciones Unidas, que aboga por la regulación del sector de parte del Estado, considerando que de esa forma esos servicios podrían servir para la prevención del delito y la protección de la comunidad.

“La experiencia demuestra que los servicios de seguridad privada civil ofrecen a los Estados un recurso que, debidamente regulado, puede contribuir de manera apreciable a la reducción de la delincuencia y al refuerzo del cuidado de la comunidad, especialmente mediante la colaboración y el intercambio de información con la policía pública”, contiene el documento.

Origen

Hace cinco años que Lucile lidera la empresa de vigilantes civiles privados que su padre, Armando HoullemontCandelario, compró en 1974 a unos vecinos de su negocio de venta de automóviles. Para entonces, era una compañía quebrada con apenas cuatro vigilantes y don Armando, junto a su esposa Clara Jimenes Alfau, invirtió en esta hasta formar un equipo de 12 empleados, demostrando su apuesta al éxito de un negocio que se vislumbraba con gran potencial de crecimiento porque en aquella época, solo otras tres empresas ofrecían el servicio a un país que se recuperaba de los estragos causados por la guerra civil del 65 y empezaba a ver crecer su economía. 

Tras el fallecimiento de su papá en 2016, Lucile asumió la presidencia de la empresa, con una experiencia de más de veinte años que acumuló trabajando en el área de mercadeo, relaciones públicas y desarrollo de negocios de DWN.

Además, fue la visionaria de la apertura de nuevas líneas de negocios ligadas a la seguridad electrónica, como Servicom, una empresa que ella fundó en 1993 y que fue pionera en el país en ofrecer tarjetas electrónicas de acceso y sensores de alta seguridad para empresas del sector financiero.

“Los bancos lo que utilizaban eran sistemas de alarmas que realmente eran recomendados para los hogares y nosotros les ofrecimos sensores para las puertas de bóveda, cosas muy interesantes, por eso pudimos captar rápidamente a ese sector como nuestros clientes en la central de monitoreo de alarmas, que es un servicio fundamental que damos ahora”, recuerda Lucile.

En 2007 Servicom adquirió la cartera de clientes de la empresa A24, que instalaba alarmas y monitoreaba la seguridad de las empresas, cuando surgía alguna emergencia con sus clientes contactaban a DWN para que les asistieran con enviando un supervisor. Entonces, Servicom adoptó el nombre de A24.

“A mí siempre me gustó el negocio de la seguridad física, pero en aquella época de los 90 no era visto como para mujeres y por eso fue que empecé con el área de seguridad electrónica, además porque como todo lo tecnológico a la juventud se le da muy bien, yo lo entendía perfectamente”, narra.

Con sus ideas novedosas, como la celebración de ferias de negocios, la introducción de innovadoras tecnologías y capacitándose en la materia -es la primera persona en el país certificada en Protección Profesional por ASIS Internacional, la principal organización mundial de profesionales de la seguridad- Lucile fue ganando la confianza de los clientes y una buena reputación en el sector empresarial.

Bajo su liderazgo, DWN ostenta el título de ser la compañía en su rama más vérsatil del país, ya que además de cubrir las necesidades de guardianes civiles de las empresas y ofrecer soluciones de seguridad electrónica, realiza transporte de valores, que va desde dinero en efectivo, joyas y obras de arte, a través de la empresa Valores DWN; también, son representantes de prestigiosas marcas de equipos de telecomunicaciones y redes con Warecomm.

Asimismo, tiene la empresa Cajas de Seguridad Dominicana, que se dedica a la renta de cajas fuertes a personas y empresas. Todas esas compañías funcionan como empresas independientes.

Hace dos años que formaron la empresa Envíos DWN, de transporte de paquetería puerta a puerta, la cual, indica Lucile,ha crecido un 30% en este último año en el que la pandemia del Covid-19 impulsó el comercio electrónico, una actividad que registró el año pasado un movimiento de alrededor de 800 millones de dólares en la media isla, con perspectiva de crecimiento para este año.

“De repente empezamos a entregar muchísimos paquetes de tiendas que iniciaron ventas en línea el año pasado y ahora tenemos una clientela buenísima y lo que me hace sentir bien es que con esto estamos apoyando al desarrollo que pequeñas empresas que no cuentan con estructura propia para distribuir sus productos”, dice la ejecutiva.

Además, tienen acuerdos con courriers para distribuir puerta a puerta paquetes que vienen del extranjero. 

DWN, que al igual que A24 posee la certificación BASC en la gestión de seguridad, cuenta con una flotilla de 200 vehículos y 14 oficinas.

Estrategia y perspectiva

Con el timón de DWN en sus manos, Lucile se dirige hacia dos destinos: impulsar que más oficiales femeninas se desempeñen como seguridad privada y lograr que sus servicios de la empresa de vigilantes y la de tecnología electrónica crucen las fronteras dominicanas.

La empresaria destaca que las mujeres realizan un trabajo maravilloso, sobre todo cuando se les encarga el control de acceso a las propiedades que tienen bajo su cuidado.

“Las mamás cuidamos mucho naturalmente, entonces yo siento que a la mujer se le da muy bien el trabajo de seguridad porque es parte de su ADN; empezamos cuidando niños y esto es un poquito más de eso mismo. Tenemos esa visión de evaluar los riesgos y de tomar las medidas de prevención y eso es lo que se necesita en seguridad privada”, dice.

Actualmente tienen menos de cien mujeres ejerciendo la labor de vigilante, pero con indicios de que el número irá en aumento en los próximos años.

En cuanto a sus planes de expansión, dice Lucile que ha identificado oportunidades de crecimiento en Puerto Rico, porque es un país que cuenta con un adecuado ordenamiento jurídico, y en Haití, ya que últimamente se han agravado la situaciónde inseguridad en ese vecino de República Dominicana. 

“Hay ciertos países de Centroamérica muy interesantes y algunas islas del Caribe que nos parecen muy atractivas; no necesariamente todos los servicios van a exportarse, pues creo que lo más interesante que he descubierto en esta pandemia es que la virtualización y la digitalización te permiten trabajar desde cualquier sitio y esos lo estamos explorando fuertemente”, dice.

Expresa que la seguridad electrónica está siendo muy demandada, porque ahora las cámaras son un elemento proactivo, de aviso fuera de lo común porque al incorporar inteligencia artificial a los procesadores, esos artefactos utilizan como un elemento preventivo, no solo de disuasión, sino también de evidencia.

Asimismo, este año van a abrir operaciones en la zona turística de Miches, ubicada al nordeste de la isla, donde hay en construcción más de 1,600 habitaciones hoteleras, la mayoría con perspectiva de entrar en operación antes del próximo año. 

“Nosotros estamos preparándonos para la vuelta del turismo, que aunque esa actividad económica no ha cerrado un ciento por ciento, sí ha habido una merma de visitantes, pero volverá a subir porque nuestro país queda muy cerca a grandes emisores de turistas”, dice Lucile.

Otras oportunidades de negocio, Lucile las identifica en el sector financiero, unos servicios que a septiembre del año pasado habían registrado un crecimiento de 9.4%, según informes del Banco Central de la República Dominicana, con pronóstico de continuar esa tendencia positiva porque la transformación digital que sus servicios han experimentado en estos meses recientes, les ha permitido crear nuevos productos de interés para sus clientes.

“Entiendo que aquí habrá un movimiento bastante fuerte hacia la bancarización, por lo que creo que ese sector va a crecer mucho”, apunta la empresaria.

También valora con muchas potencialidades el sector manufactura, sobre todo las empresas de zonas franca, que en estos momentos desarrolla una seria estrategia de encadenamiento con productores locales.

“Ese movimiento, asociado a la estrategia de centros logísticos que hay aquí, entendemos que nuestro país va a ser muy atractivo para la manufactura, súmale a eso el nearshoring, ese interés en apoyar la manufactura local, todo eso va a ser un boom muy pronto”, opina.

Las microempresas también representan un nicho interesante, ya que al año gastan alrededor de 13,000 dólares en servicios de seguridad, según arrojó un estudio realizado en 2019 por la Asociación Nacional de Jóvenes Empresarios (ANJE). Ese tipo de empresas son las más vulnerables a robos y atracos, en una media isla donde el índice de criminalidad ronda el 10.4%, según datos oficiales.

El informe de Anje, titulado “Reflejo de la Inseguridad Ciudadana en el Clima de Negocios” señala que ese monto que dio como resultado en 2019 refleja un aumento de 100 % de lo que gastaron en 2018 las microempresas en ese aspecto.

Los números revelan que una microempresa, cuya facturación anual no excede los 10,000 dólares, destina al año entre un 3% y un 6% de sus ingresos, como gasto en servicios de seguridad. Los servicios más comunes son seguridad privada (vigilantes), alarmas, cámaras y transporte especializado.

Para poner esos números en contexto, el gasto promedio de nómina para una empresa en RD, según las declaraciones de los contribuyentes a nivel agregado, ronda entre un 7% y un 14% de sus ingresos anuales. O sea, que una microempresa que haya sido víctima de algún acto delictivo, podría estar gastando anualmente lo mismo en nómina que en servicios de seguridad, concluye el estudio de ANJE.

Con su lema “Gente segura y confiable”, que les ha acompañado desde el principio, Lucile espera aportar a través de sus empresas con mejorar con el orden y la protección a la ciudadanía.

“Me gustaría ver que esta empresa se mantenga sólida en el tiempo, me gustaría ver los próximos 45 años de DWN, pero no solo en el país sino a nivel regional, y es algo en lo que estamos trabajando, fortaleciendo nuestra presencia local y trabajar en aquellos mercados que sean interesantes para nosotros”, concluye la empresaria.