Santo Domingo Motors llega a sus 100 años con proyectos de expansión, mientras su holding, Grupo Ambar, incursiona en nuevos sectores ajenos a la venta de vehículos.
Miguel Barletta es el encargado de conducir por la carretera de la innovación y la diversificación a Grupo Ambar, que en 1920 fundó su abuelo, Amadeo Barletta. Bajo su liderazgo, la empresa hoy es más que un distribuidor de vehículos, ya que logró desarrollar negocios paralelos a su especialidad: financiamiento para autos y el servicio de corredores de seguros, al igual que talleres de mecánica. Además, ahora incursiona en los sectores inmobiliario, comercial y hotelero.
El símbolo del holding sigue siendo la exitosa empresa centenaria Santo Domingo Motors, concesionaria de las marcas Chevrolet, Cadillac, Nissan, Yamaha, Suzuki e Infiniti, la cual tiene presencia en República Dominicana, Puerto Rico, Venezuela y las Islas Vírgenes Británicas y Antillas Holandesas, sitios en los que oferta una amplia gama de servicios.
Fue en 2012 cuando el grupo pasó de sólo ser conocido por sus inversiones en el mercado automotriz a incursionar en el negocio de centros comerciales, cuando levantó en Santo Domingo la plaza Ágora Mall, en sociedad con el grupo Centro Cuesta Nacional, que lidera el empresario José Miguel González Cuadra.
En esa plaza, de 120,000 m2 de construcción que acogen 180 locales comerciales, los empresarios invirtieron 125 millones dólares (mdd), divididos en partes iguales. Este año ambos se volvieron a reunir con el mismo propósito, pero esta vez para invertir alrededor de 150 mdd en la construcción de Santiago Center, una plaza comercial que incluirá un hotel, en la provincia Santiago de los Caballeros, ubicada a 155 kilómetros al norte de la capital del país.
Barletta dice que este nuevo mall tendrá una estructura más horizontal que Ágora Mall, la cual tiene 11 pisos, de los que dos son soterrados. Adyacente a este inmueble se levantará el Hotel Santiago, que tendrá 170 habitaciones.
“Con el hotel quisimos estar en una plataforma de una cadena internacional, pero [al mismo tiempo] tener un nombre propio, por eso elegimos la franquicia Curio by Hilton”, explica el empresario de 64 años.
Curio es una soft brand de la cadena Hilton, es decir, una marca que permite que hoteles individuales se afilien a grandes cadenas hoteleras manteniendo su diseño, nombre y orientación únicos.
Esas “marcas blandas” proporcionan a hoteles independientes los beneficios de una cadena más grande, pero sin aplicar reglas estrictas, regulaciones o una fuerte identidad de marca en el socio hotelero. Por ejemplo, los clientes podrán hacer reservaciones en el Hotel Santiago desde la plataforma de Hilton, pero este complejo conservará su propia identidad.
“Una de nuestras metas es que Santiago sea un destino turístico, porque, vamos a estar claros, Santiago no es un destino turístico, es un destino de negocios, industrial, de zona franca, pero no es turístico; ahora con esto vamos a tener algunas atracciones para tratar de sumar al turismo”, indica.
A pesar de sus inversiones en bienes raíces, Barletta se identifica más como empresario automotriz, negocio al que incursionó a sus 20 años, en la década del 70.
“No es que hemos sido inversionistas en el sector inmobiliario, el solar donde está Ágora Mall era nuestro almacén de carros y decidimos desarrollarlo; a raíz de eso vimos la necesidad que existía en Santiago y lo estamos replicando allá, pero si preguntas si somos desarrolladores inmobiliarios, pues no lo somos”, ahonda el ejecutivo, quien estudió Artes Liberales con especialización en Historia, en la universidad Princeton, en Nueva Jersey, Estados Unidos.}
El origen
El italiano Amadeo Barletta Barletta llegó a República Dominicana cuando lo nombraron cónsul de su país en 1920. Vino desde Cuba, donde representaba a la marca General Motors; estaba casado con la dominicana Nelia Ricart Castillo.
Ese año fundó en la media isla Santo Domingo Motors, la primera empresa de Grupo Ambar (cuyo nombre proviene de la unión de las primeras sílabas de su nombre y apellido), que operaba como distribuidor exclusivo de la marca Chevrolet, del fabricante General Motors. Para ese entonces el país contaba con alrededor de 900,000 habitantes y el negocio de vehículos apenas descollaba.
En su primer año de operaciones vendió tres unidades. Más adelante, sus ventas ascendieron a casi 800 vehículos anuales, narra el empresario sobre el negocio que fundó su abuelo.
Por diferencias con la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo, en 1939, el patriarca decidió radicar en Cuba, y operar como distribuidor de las marcas Opel, Oldsmobile, Chevrolet, Cadillac y Toyota en aquel país. Pero sus negocios en Quisqueya continuaron operando en su ausencia.
En 1959 se fue a vivir a Florida, Estados Unidos, después de que triunfó la Revolución en Cuba, pues esa situación derivó en que el nuevo régimen le confiscó (hasta el día de hoy) todos sus negocios en esa isla caribeña, según relata Barletta.
Cuando cayó la dictadura trujillista, en 1961, regresó a Santo Domingo e impulsó el crecimiento de sus negocios junto a su hijo Amadeo Barletta Ricart.
En 1974 falleció el patriarca y su hijo asumió la dirección de la empresa hasta su muerte, que ocurrió dos años más tarde. Barletta Ricart no tuvo descendientes, así que el negocio quedó al mando de su sobrino Miguel Morales Barletta, hijo de su hermana Nelia, quien actualmente es conocido simplemente como Miguel Barletta.
“Cuando yo cogí las riendas, el lema era: ‘la empresa que da servicio’, y yo creo que el cliente ha sido siempre el enfoque; pues si uno se concentra en las necesidades del cliente exclusivamente ya tiene parte de la batalla ganada”, opina el empresario.
Identificando las necesidades de los clientes en los últimos años, Barletta ha emprendido diferentes negocios dentro de la rama automotriz. Entre esas empresas están Motor Plan, que representa a las franquicias de alquiler de autos National, Alamo y Enterprise. Cuenta con una flotilla de más de 900 vehículos y 20 sucursales a nivel nacional.
También está Motor Crédito, un banco de ahorro y crédito enfocado en financiamiento de vehículos nuevos y seminuevos de todas las marcas, no sólo las que distribuye Santo Domingo Motors; y está Previseguros, un corredor de seguros enfocado principalmente en el ramo automotriz.
Barletta destaca que para ofrecer mayores facilidades al cliente, todas sus empresas laboran fines de semana en horario regular. Asegura que les ha funcionado muy bien, pues cada vez más personas acuden los domingos a probar vehículos y completar los trámites de financiamiento, porque cuentan con más tiempo para realizar esas actividades.
Un negocio millonario
En la actualidad, Santo Domingo Motors comercializa 5,000 unidades nuevas en territorio dominicano y un total de 27,200 unidades entre todos los países en los que tienen presencia, lo que el año pasado representó ventas que alcanzaron los 750 millones de dólares.
Las ventas totales de Santo Domingo Motors equivalen a más de 20% del mercado de vehículos nuevos en República Dominicana, asegura Barletta.
En este país, su empresa compite con Grupo Viamar, que vende alrededor de 5,000 vehículos al año de las marcas Ford, Kia, Mazda, Lincoln y diversas firmas chinas de vehículos comerciales. Otro jugador importante es Delta Comercial, que vende alrededor de 4,000 unidades al año de las marcas Toyota y Lexus, de acuerdo con información de los propietarios de las distribuidoras.
Santo Domingo Motors representa a la marca de motocicletas Yamaha, de las que vende al año cerca de 4,500 unidades en República Dominicana
Fuera de la media isla, el Grupo opera en Puerto Rico e Islas Vírgenes Americanas la compañía Motorambar, mediante la cual distribuye las marcas Nissan, Infiniti y Kia, de las cuales vendió en 2019 alrededor de 22,000 unidades.
En las Antillas Británicas y Holandesas vendió el año pasado unas 600 unidades de autos de la marca Nissan, en tanto que en Venezuela, donde tiene licencia para distribuir esta marca a pesar de la situación económica y política actual, sus oficinas permanecen abiertas, pero sostenidas básicamente por la venta de piezas.
Además, Barletta pisa el acelerador este año con la construcción de tres nuevas sucursales de Santo Domingo Motors: en Santiago de los Caballeros, la principal provincia de la región norte del país, Santo Domingo y en la turística localidad de Bávaro, provincia La Altagracia, en la región este.
Estos nuevos inmuebles, en los que invertirá alrededor de 40 mdd en los próximos dos años se han concebido como una réplica de la oficina principal, que cuenta con todas las facilidades para el cliente, como el departamento de ventas y de financiamiento, salas de exhibición de vehículos y talleres de mecánica, explica Barletta.
Ya los terrenos están comprados y la compañía tiene elaborados dos diseños de los tres que necesita para levantar las sucursales. De hecho, en Santiago de los Caballeros ya empezó a operar en una edificación provisional, mientras que este año se está construyendo la definitiva.
La sucursal de esa provincia del norte se elevará en un área de unos 14,000 m2 y contará con un taller de servicios, cuya capacidad de atención superará las 100 unidades diarias.
Hasta ahora decidieron abrir nuevas sucursales, en parte porque en esas provincias ya contaban con concesionarios independientes y, además, porque habilitar los servicios que desean ofrecer requiere de una inversión significativa, puntualiza Barletta.
Freno en el camino
Miguel Barletta argumenta que el mercado automotriz dominicano tiene algunos baches que atender para garantizar una competencia más justa entre sus actores, como es la necesidad de revisar las normas que rigen el comercio de vehículos usados en el país.
Considera que si se analiza la importación de vehículos usados en comparación con otros países similares a República Dominicana, se observa que la cantidad es muy elevada versus las unidades de autos nuevos que provienen del exterior.
Alrededor de 24,000 vehículos nuevos y 78,000 usados se importan en el país al año, según la Dirección General de Aduanas, lo cual representa una proporción de un vehículo nuevo por cada tres usados.
Señala Barletta que en Puerto Rico, un país con casi 4 millones de habitantes, donde Grupo Ambar tiene operaciones, se venden alrededor de 100,000 vehículos nuevos, muy diferente a República Dominicana, que con más de 10 millones de ciudadanos, la venta apenas sobrepasa las 20,000 unidades.
Considera que urge modernizar el parque vehicular nacional, ya que según registros del 2018 de la Dirección General de Impuestos Internos (DGII), 46.4% está compuesto por unidades fabricadas previas al año 2000, mientras que sólo 12% de las unidades que circulan tiene una antigüedad menor a cinco años.
Además, postula que debido a la falta de una clara regulación al país entran productos que no están aptos para este mercado, por lo que el cliente compra esas opciones sin garantía de que encontrará luego piezas ni cuenta con el respaldo de los fabricantes.
“Hay productos que ni los fabricantes saben que se comercializan en este país. Entonces, cómo tú haces un llamado a esos clientes si el fabricante o el distribuidor autorizado no sabe quién posee ese vehículo”, especifica.
Sobre esa situación se pronunció el año pasado la Asociación de Concesionarios de Fabricantes de Vehículos (Acofave), que denunció que la Dirección General de Aduanas permite la entrada al país de vehículos usados que sobrepasan los cinco años de fabricación, en violación a lo que establece el Artículo 2 de la Ley 04-07 que rige esas importaciones.
En el sector participan alrededor de 7,500 importadores de vehículos usados, contra 21 importadores de vehículos nuevos, según Acofave.
La fecha de culminación del año vehicular, aplicable a la importación de vehículos usados con un máximo de cinco años de fabricación, es cada 30 de junio, por lo que en esa fecha del año pasado quedó prohibida la importación de vehículos usados del 2013 o anteriores.
Sin embargo, como no existe un plan para sacar de circulación los vehículos antiguos, estos continúan circulando sin ninguna restricción.
“Un vehículo es la segunda inversión más importante de una familia, por lo que el Estado tiene la obligación de proteger al consumidor, y esto implica garantizar que la importación de vehículos usados sea transparente y se rija según la normativa vigente”, agrega.
Barletta asevera que el mercado de motocicletas también se desenvuelve entre irregularidades, pues permite la comercialización de motocicletas de dos tiempos (2T), cuando en todo el mundo restringen ese tipo de vehículo desde hace una década para dar paso a la tecnología de motos a cuatro tiempos.
Las motocicletas 2T son las que funcionan mezclando gasolina y aceite, con lo cual lubrican el motor, pero eso provoca que expidan más humo contaminante. A pesar de la funcionalidad, economía y rendimiento de esos motores 2T, hace una década que se ha descontinuado su uso en casi todos los países del mundo, para erradicar las altas emisiones de gases y el ruido que generan, explica Barletta.
Las motos a cuatro tiempos, como las que fabrica Yamaha, sólo utilizan gasolina, generando menos contaminación ambiental.
El resplandor de Ambar
Barletta augura que en los próximos años Grupo Ambar continuará siendo un conglomerado empresarial en crecimiento, por considerar que aún faltan muchos proyectos por emprender para mejorar.
“Yo visualizo que esta empresa en el futuro seguirá innovando, nosotros hemos hablado ahora de inversiones en varilla y cemento, pero hay un trozo grande en tecnología, que también es importante”, dice.
Ante la transformación que ocurre en el sector automotriz mundial, que experimenta con la fabricación de vehículos eléctricos y autónomos, Barletta considera que más adelante sus empresas irán evolucionando con la oferta de esos nuevos productos.
“Los fabricantes que representamos están bien posicionados, han hecho grandes inversiones en vehículos eléctricos, autónomos, tienen base de producción en países clave, en México, India, China, son jugadores importantes”, puntualiza.
Aunque han visto oportunidades de negocios en Centroamérica, Sudamérica y en Estados Unidos, por ahora han preferido no incursionar en nuevos mercados y en cambio continuar con los negocios que ya tienen establecidos fuera de Quisqueya, y concentrarse en los proyectos que desarrollan en esta isla, como la construcción de las nuevas sucursales y de Santiago Center.
“Por el momento tenemos nuestras manos llenas en República Dominicana, queremos cumplir con el centenario, queremos hacer las inversiones en las sucursales, queremos acabar con Santiago Center; creo que por los próximos dos años vamos a estar bastante ocupados. Queremos apretar y ‘el que mucho abarca, poco aprieta’”, afirma.